Luego de observar los últimos acontecimientos políticos en este país, después de captar el hedor nauseabundo de la pestilencia amoral de los altos jerarcas del régimen de Nicolás Maduro, me he centrado en analizar lo que fue este desgobierno con el difunto a la cabella y como es ahora con el ilegítimo «mandando», y mis conclusiones son poco alentadoras.
Los acólitos del oficialismo se ufanan en decir que Hugo Chávez fue un gigante, lo cual es totalmente desestimable desde el punto de vista político debido a que es evidente de que su fuerza política era únicamente basada en su carisma y así lo confirma la pérdida de más de 900 mil votos en seis meses, y en la óptica gubernamental es notorio el desastre económico y social que dejó a su paso, pero a pesar de todo esto él sin duda fue muy grande en comparación a sus herederos.
Podemos decir que Hugo fue el «Gulliver» venezolano, y Nicolás, Diosdado, Jesse, Adán, Arreaza, Cilia, Iris, Juan Barreto, Carreño, y compañía, fueron o son sus liliputenses que quedaron dando vueltas dentro del gobierno de ensayo y error, claro más de errores que de ninguna otra cosa por lo que podemos juzgar ante sus hechos.
Para estos liliputenses, tan pequeños en lo político, moral, espiritual y personal, cualquiera con un poquito más de estatura y de sentido común es un «gigante», para estos señores, que según un audio con la presunta voz del conductor de televisión Mario Silva se reparten el poder y se caen a puñetazos políticos por la mayor cuota de participación en el enchufe del gobierno, cualquier ser con un poco más de recato y de lógica es un «súper-hombre».
Nicolás, que no emociona a nadie cuando balbucea sus ideas, es el responsable de mantener a esos enanitos del poder abrazaditos, pero la circunstancias nos indica que la rebelión en la aldea es de gran pronósticos, ¡la cosa pinta fea para la unidad socialista!, los llamados camaradas buscan aumentar sus caudales de recompensas por sus servicios a la revolución antes que lo inevitable, socialmente hablando, se convierta en hecho consumado.
Entonces, con la desaparición de Gulliver, con la ida al más allá del gato, los ratones hacen fiesta, ¡y qué fiesta es la que están llevando adelante!, mientras que los venezolanos más necesitados, sufre en búsqueda de comida cada vez más escasa y costosa y padecen por culpa de los malos servicios públicos, la inseguridad y la negligencia, estos señores en vez de encargarse de sus responsabilidades solo se regodean en el lodazal de las “mieles del poder”
Ante los liliputenses Chávez si luce grande, pero cuando lo mides con otros estadistas de Venezuela y el mundo, ¡está raspa’o!, ¡sufría de enanismo político!
Por: José Dionisio Solórzano