El primer «hermano» identificado de nuestra estrella está ubicado a 110 años luz de la Tierra, en la constelación de Hércules, es 15% más masivo que el Sol y recibe el nombre de HD 162826.
Aunque no es visible a simple vista, puede ser observado fácilmente con binoculares, no muy lejos de la brillante estrella Vega.
Los científicos que lo encontraron dicen que conocer la historia familiar del Sol es importante para entender cómo nuestro sistema se volvió apto para la vida.
Sugieren, además, que existe una posibilidad «pequeña» de que los astros parientes como el recién hallado puedan albergar planetas que tengan vida.
Un equipo de astrónomos de la Universidad de Texas en Austin, Estados Unidos, liderado por Iván Ramírez, encontró al hermano perdido gracias a un exhaustivo análisis de las propiedades químicas de 30 estrellas candidatas a ser familiares del Sol.
Los investigadores estudiaron 23 de esos astros con el telescopio Harlan J. Smith del Observatorio McDonald, y las otras siete, sólo visibles desde el hemisferio sur, con el telescopio Clay Magallanes en el Observatorio de Las Campanas, en Chile.
Pero, según explicó Ramírez, más factores fueron necesarios para señalar con certeza a un hermano solar.
Reunión familiar
Además del análisis químico, también hace falta estudiar las órbitas de los candidatos: dónde han estado y hacia dónde van en su camino alrededor del centro de la Vía Láctea.
Los expertos en este campo del Observatorio Astronómico Pulkovo y de la Universidad Estatal de San Petersburgo, Rusia, estudiaron los datos sobre los movimientos de las estrellas señaladas.
La combinación de la inofrmación de las propiedades químicas y de la dinámica de los posibles parientes apuntó a una sola estrella: HD 162826.
Este astro, cuenta Ramírez, es un viejo conocido del equipo del Observatorio McDonald, que viene estudiándolo desde hace 15 años.
Según los investigadores, este hermano del Sol no tiene grandes planetas masivos como Júpiter orbitando a su alrededor, aunque no descartan la presencia de cuerpos más pequeños, como la Tierra.
Aunque ya de por sí el hallazgo de un pariente solar es fascinante en sí mismo, los astrónomos destacan que su proyecto tiene un objetivo más ambicioso: crear una guía detallada para identificar a toda la familia.
Su método, dice Ramírez en un comunicado de la Universidad de Texas, puede ayudar a otros astrónomos en la búsqueda de hermanos solares.
Así podrán entender los científicos cómo y dónde se formó el Sol, y cómo nuestro sistema fue capaz de albergar vida.
«Queremos saber dónde nacimos», dijo Ramírez.
«Si podemos averiguar en qué parte de la galaxia se formó el Sol, podemos limitar las condiciones existentes en el sistema solar primitivo y esto podría ayudar a entender por qué estamos aquí».
El trabajo de Ramírez y su equipo será publicado en la revista especializada The Astrophysical Journal.
[Fuente: bbc.co.uk]