Ni en una mina ni en un río. El oro que aparece en la fotografía sobre estas líneas es de origen biológico, lo ha producido un ser vivo. Una bacteria capaz de sobrevivir en ambientes extremos produce oro de 24 quilates. Antes de que alguien empiece a encargar carteles de ¡vendo oro! con los que alterar el panorama comercial urbano te diremos que ya se ha demostrado que es posible algo parecido a lo que generaciones de alquímicos han intentado en su búsqueda de la piedra filosofal te diremos que no es tan sencillo lo que han conseguido los dos investigadores de la Universidad Estatal de Michigan responsables del hallazgo.
Los modernos Midas son el profesor de microbiología y genética molecular Kazem Kashefi y el profesor asociado de arte electrónico Adam Brown.
Mediante un pequeño y compacto laboratorio han empleado la bacteria Cupriavidus metallidurans para transmutar el cloruro de oro, una sustancia tóxica que se puede encontrar en la Naturaleza, en oro puro al 99%.
Mediante esta alquimia microbiana esa bacteria, que ha demostrado ser tremendamente resistente a la mencionada sustancia tóxica (hasta 25 veces más resistente de lo que se pensaba previamente) se la alimenta con el cloruro de oro y al cabo de una semana de “digestión” el “residuo” excretado resulta ser el preciado metal. Básicamente podría resumirse diciendo que la bacteria de marras come mierda caca y caga produce oro.
Al final todos los alquimistas medievales estaban buscando en el lugar equivocado. La piedra filosofal no era un mineral sino un bichito, esa diminuta y hasta ahora ignorada bacteria.