El primer mes después de dejar de fumar se engorda una media de 4,7 kilos debido a los efectos del síndrome de abstinencia. La nicotina contribuye a quemar calorías –unas 250 kcal por cada paquete de 20 cigarrillos– y a incrementar la sensación de saciedad, al subir los niveles de azúcar en sangre, por lo que el abandono de este perjudicial hábito suele ir acompañado de un aumento de peso.
Este incremento del apetito debido a la abstinencia, que no desaparece por completo hasta seis meses después de dejar de fumar, se puede evitar mediante el consumo de naltrexona, un fármaco utilizado en tratamientos de desintoxicación alcohólica y de opiáceos, según ha confirmado un equipo de investigadores de la Universidad de Yale.
Los resultados del estudio publicado en la revista científica Biological Psychiatry, demuestran que las mujeres sometidas a este tratamiento engordaron un tercio menos que las que dejaron de fumar sin la ayuda de la naltrexona. Asimismo, un 30% de los hombres que participó en el experimento no aumentó de peso durante los tres primeros meses de abstinencia a la nicotina, en los que más propensión existe a engordar.
Los cambios fisiológicos son pasajeros
Para Andrea King, uno de los autores principales del estudio, estos resultados tienen un fuerte interés en las sociedades occidentales en las que el aspecto físico goza de gran importancia: “Las mujeres tienen una mayor tendencia a engordar tras dejar de fumar, una consecuencia que pone entre las cuerdas a muchas de ellas a la hora de tomar la decisión de abandonar el tabaco, por lo que la naltrexona será de gran de ayuda para sortear este efecto secundario”.
Lo que hace este fármaco indicado para tratar las drogodependencias es que, al bloquear los efectos de los opioides en el tracto gastrointestinal, disminuye la necesidad de ingerir alimentos ricos en grasa y azúcar.
Estudios anteriores habían señalado que las consecuencias de dejar de fumar varían considerablemente de un individuo a otro. Así, según una investigación publicada en la British Medical Journal el pasado verano, el aumento de peso puede variar desde un kilo hasta ocho. Sin embargo, para la mayoría de las personas participantes en el estudio, el aumento de peso se limitó a los seis primeros meses tras dejar de fumar.
Unos resultados que deberían tenerse en cuenta para ser más pacientes y “no caer en el pánico causado por el rápido aumento de peso durante las primeras semanas, pues no significa que se vaya a seguir engordando a ese ritmo para siempre, como piensa mucha gente”, advierten los investigadores. De hecho, este cambio en la imagen física puede provocar un shock que hace volver a fumar a quienes intentan dejar el tabaco.
Consejos alimenticios durante el síndrome de abstinencia
Aparte del recomendado consumo de naltrexona y de sustitutos de la nicotina como los parches, existen una serie de consejos alimentarios indicados para superar el síndrome de abstinencia sin tener que ganar demasiados kilos durante el camino.
Para evitar el hambre hay que fijar unos intervalos regulares de tiempo entre las comidas, incluyendo uno o dos tentempiés al día, pero solo durante las primeras semanas de tratamiento, que deben hacerse a base de bebidas azucaradas, fruta o alimentos ricos en proteínas.
Beber mucha agua es fundamental, al menos dos litros al día. Lo ideal son las bebidas calientes, como las infusiones, porque ayudan a incrementar la sensación de saciedad y eliminan las toxinas del cuerpo. Los alimentos ricos en fibra también están especialmente recomendados para no engordar.
A todos estos consejos alimenticios hay que sumar el ejercicio físico. Se calcula que las calorías que se queman con la nicotina contenida en un paquete de tabaco son equivalentes a las de media hora de carrera o veinte minutos de natación. Además, el deporte está especialmente recomendado durante la primera fase en la que se deja de fumar porque contribuye a canalizar el estrés, disminuir la ansiedad y mejorar la salud mental.