El amor puede ser terrible en ocasiones. Cruel hasta niveles inimaginables, “hasta donde nunca ha llegado antes”, incluso.
Imaginad que sois un fanático de Star Trek. Imaginad que conocéis a una bella mujer y decidís casaros con ella, convirtiendo vuestro nuevo apartamento, vuestro nido de amor, en la mayor obra en la que hayas invertido tu tiempo y dinero: una recreación del interior de una nave cómo la U.S.S Enterprise en la que vivir juntos y explorar la inmensidad de la galaxia en una aventura continua.
¿Suena bien, no? Ahora imaginad que el amor se termina y ella pide el divorcio. Y que con la demanda exige que el apartamento en el que vivís se transforme de vuelta en uno normal para poder venderlo y repartirse así el dinero cómo parte del acuerdo de separación.
Eso es lo que le ha pasado a Tony Alleine. El amor puede ser terrible, decíamos.