En los próximos días (20-22 de junio), los ojos del mundo estarán puestos en la Cumbre de Río+20 o Conferencia de las Naciones Unidas sobre Desarrollo Sustentable. Lamento no ser todavía Presidente de la Republica, para liderizar la delegación de mi país a ese importante evento, en el cual se debatirán temas muy trascendentes para el futuro de la humanidad, con los cuales me identifico plenamente.
La posición del país en dicha Conferencia, debe ser la de abogar decididamente por un modelo de desarrollo sustentable para los países y particularmente para Venezuela. Para nosotros esa posición obedece a un mandato establecido por la Constitución Nacional de 1999, que tuvo sus antecedentes en los compromisos adquiridos por los estados en la Cumbre de Río de Janeiro de 1992.
Venezuela está llamada a expresar su preocupación por el incumplimiento de los acuerdos de Río 92 por muchos países. Durante estos últimos 20 años hemos visto agravarse los grandes problemas ambientales del planeta, hasta el punto de poner en duda la sustentabilidad futura de desarrollo que se viene siguiendo.
He revisado la agenda de Río+20 y estoy consciente que si bien existen aspectos controversiales, debemos asistir imbuidos de un espíritu progresista y constructivo, que contribuya a los mejores resultados de la reunión. La economía verde y la lucha contra la pobreza, que constituyen uno de los dos temas principales de la agenda, solo pueden ser enfocados como una forma de progresar hacia el objetivo del desarrollo sustentable y de la sustentabilidad social, para erradicar la pobreza, esa oprobiosa situación que todavía afecta a cerca de 3 mil millones de personas en el mundo. Sobre el segundo tema sustantivo a tratar: el marco institucional para el desarrollo sustentable, estamos completamente de acuerdo sobre la conveniencia de apoyar las reformas necesarias para mejorar la gobernabilidad de los organismos internacionales que coadyuven al cambio hacia el nuevo paradigma, dentro del marco de la necesaria y pertinente reforma general del sistema de Naciones Unidas.
Así mismo, consideramos que debe aprovecharse la ocasión para reiterar todos los compromisos adquiridos por los estados en Río 1992, especialmente en cuanto a darle cumplimiento a la Agenda 21 aprobada en esa ocasión y que sigue teniendo plena vigencia.
Lamentablemente Venezuela se encuentra en mora con muchos de esos compromisos. Durante estos 20 últimos años, de los cuales ya 14 corresponden a esta administración, las políticas de desarrollo adelantadas no han hecho sino profundizar el modelo de economía rentista y monoproductora de petróleo, un recurso natural agotable. Ese modelo definitivamente no es sustentable.
Por otra parte, la gestión ambiental realizada en el país ha sido en su conjunto muy deficiente, como quedó demostrado en un diagnóstico realizado en el 2011 por la Red ARA, alianza de organizaciones ambientalistas no gubernamentales, con el cual me solidarizo. Algunos ejemplos, en respaldo a este último planteamiento, son los siguientes:
a) La forma en que PDVSA viene adelantando el desarrollo de la Faja Petrolífera del Orinoco está orientada lamentablemente a crear un verdadero pandemónium ambiental. Grandes impactos ambientales amenazan la integridad de nuestro río Orinoco.
b) Las cifras de cumplimiento de las Metas del Milenio de las Naciones Unidas propuestas en el año 2000 para ser alcanzadas en el 2015, suministradas por el Gobierno, por ejemplo en cuanto a porcentaje de la población incorporada a los servicios de agua potable. ¿Cuanta población realmente recibe un suministro continuo y de buena calidad de agua en la actualidad en Venezuela? Si las cifras dadas por el Gobierno fuesen ciertas no habría la cantidad de protestas por deficiencia de estos servicios que ocurren cotidianamente y que reportan los medios de comunicación.
c) Nunca habían estado los parques nacionales en una condición de abandono tan grande como en el presente: invasiones inducidas, construcciones fortuitas, incendios forestales, entre otros estropicios.
d) Las condiciones ambientales de los lagos de Valencia y Maracaibo, se han deteriorado apreciablemente, afectando la salud de la población asentada en sus riberas, así como los recursos naturales de sus respectivas cuencas. Es patético el caso de la deteriorada calidad del agua que reciben las diferentes comunidades de la cuenca del Lago de Valencia y la indolencia de los responsables de la administración del acueducto.
e) La degradación del ambiente urbano, por mala planificación y gestión del urbanismo, el manejo deficiente de la basura, el escaso equipamiento de las barriadas humildes, los precarios servicios de aguas negras, el mal cuidado de áreas verdes, y el caos en el tránsito vehicular, entre otros aspectos, ha contribuido con el deterioro de la calidad de vida y de la salud de la gente en nuestras ciudades. Pregúntesele a los caraqueños lo que han estado presenciando recientemente: un caos ambiental urbano propiciado por un gran desorden, asociado con la construcción acelerada y electorera de viviendas, contraviniendo todas las normas de zonificación y construcción, y obviando las autorizaciones ambientales exigidas.
f) Dado el aumento de la contaminación de las aguas en nuestros ríos, el 42 % de las playas sobre el Mar Caribe, entre 386 auditadas por el Ministerio del Ambiente, no son aptas para la recreación.
He revisado la posición del Gobierno Nacional para Río+20 y he encontrado que fuera de la reiteración de planteamientos marcadamente ideológicos, ella no se compadece con sus pobres logros en materia ambiental.
Para orientar mi futura acción de Gobierno, hemos acogido plenamente los lineamientos de política ambiental: La siembra del Futuro a través del Desarrollo Sustentable, aprobados por la Mesa de Unidad Democrática, que consideran prioritarios aspectos tales como:
Gestión ambiental de áreas urbanas
Manejo y aprovechamiento del agua como bien insustituible
Manejo de los residuos y desechos sólidos
Planificación y ordenación democrática del territorio
Política y gestión ambiental del aparato productivo privado y público
Política y gestión ambiental de la industria petrolera y energía eléctrica
Conservación de la diversidad biológica
Conservación de suelos y aguas
Sistemas de áreas protegidas
Participación, educación e información ambiental
Cambio climático; y
Reforma de la institucionalidad ambiental.
Durante mi Gobierno se honrarán los compromisos internacionales adquiridos en cuanto al desarrollo sustentable y todas las nuevas políticas públicas que se formulen serán examinadas previamente desde las perspectivas de sus consecuencias ecológicas.
Me propongo retomar el liderazgo internacional que teníamos como país en materia de ambiente, lo cual es trascendente y orienta mis pasos por el camino a seguir.
[Fuente: Prensa HCR]