Nuevo hito del robot Curiosity, el laboratorio rodante que la NASA envió a Marte el pasado agosto. Puede parecer un logro minúsculo, pero decenas de científicos e ingenieros lo habían planificado al milímetro para que todo saliera a la perfección.
El movimiento: desenfundar un cepillo en el extremo de uno de los brazos robotizados (cepillo, para entendernos, o como se llama la herramienta, Dust Removal Tool, DRT), y empezar a limpiar hasta dejar la superficie limpia y lisa, sin una sola mota. La operación ha sido un éxito. Y la foto de arriba lo demuestra.
Diana Trujillo, responsable de la NASA de idear y supervisar este paso, lo explica: «Teníamos que situar la herramienta a menos de 1,2 centímetros de la roca sin dañar el equipo. Necesitábamos un objetivo que fuera plano y estuviera cubierto de polvo. Los resultados, desde luego, parecen buenos«.
El área despejada por el DRT es, en tamaño, más o menos como la base de una lata de refresco. Esta operación es el primer paso necesario para pasar a la siguiente fase: utilizar un taladro para agujerear la roca, obtener muestras y analizarlas. Limpiar antes la superficie era vital para conseguirlo. Prueba superada.