¿Sabía usted que el 99% de la basura en el Cerro El Morro de Lechería es doméstica? Sí, doméstica. Es decir, botellas, papeles, bolsas, recipientes de plástico, tela, latas, y todo lo que usted pueda imaginar que el ciudadano común puede lanzar a la intemperie a través de la ventana de su vehículo, caminando, trotando, en bicicleta o aquél cómodo enemigo de la sociedad que coloca las bolsas de basura bajo las estrellas, esperando que la metástasis de sus desechos acaben con un ecosistema antes limpio y de necesaria referencia turística nacional.
Pues esta incógnita la hemos desarrollado en una mesa de trabajo en el Gobierno Municipal de Urbaneja, espacio de debate en el que se han incorporado opiniones de vecinos, deportistas y visitantes de Lechería que miran con preocupación la creciente proliferación de basura en este monumental espacio natural.
Desde que he tenido la dicha de residir en Lechería y más recientemente trabajar en el equipo que administra la gestión de su Alcaldía, he podido perder la cuenta del número de operativos que han realizado en este sitio hoy destinado para el deporte. Mucho se sabrá, siempre es bueno refrescar el recuerdo en nuestro desmemoriado país, que bastante daño se hizo al Cerro El Morro con el agregado de desarrollos urbanísticos que carecieron de planificación para el futuro y hoy son grandes las penas pagadas por esta imprecisión que benefició sólo el bolsillo de un puñado de personas que hoy no ostentan la palestra institucional, más sí política.
Ante esta incesante preocupación social, vale reivindicar la pregunta con la que abrimos el artículo de esta semana: el 99% de los desechos que reposan en los suelos del Cerro El Morro son domésticos. Propiedad exclusiva e intransferible de aquellos que olvidamos los valores del hogar para acabar con un patrimonio turístico. Y me incluyo, no en un acto de querer flagelar la opinión que quien humildemente escribe y opina, sino porque seguramente en algún momento de esta vida me equivoqué y tiré una lata de refresco o un pote de agua en este escenario natural.
Sin embargo, las toneladas de basura que ahí reposan no se deben a falta de atención o carencia de tránsito del servicio de aseo urbano. Al igual que la penosa final de Marinos versus Cocodrilos donde me salvé de un botellazo en la cabeza, lo que está escaso ya no es el plástico de las bolsas de basura, sino la conciencia civil y ciudadana.
Hago esta aclaratoria, bastante desaliñada con la tónica semanal de este papel, para que reflexionemos en cuanto a nuestra participación en la sociedad. A veces como vecinos nos sentidos desconvocados, desinformados, no avisados, pero olvidamos el sentido ciudadano de estar al día con el acontecer local, ese de primera mano. Muchas veces por falta de tiempo, otras por falta de intención. El asunto es que la pérdida de iniciativa es lo que se está llevando a media humanidad a su punto de inicio: la nada.
En un lugar diseñado por Dios para la historia, hoy miles de deportistas, atletas de calle y familias enteras se pasean a diario para compartir un amanecer o un exuberante atardecer, pero bastante que queda atrás el vaso de jugo o el paquete de la galleta. Visitantes, turistas o personas que pasean suben y estacionan en la copa que domina la vista sobre la bahía de Pozuelos y las playas de Lechería, pero enorme es el número de botellas y pare usted de contar en el sitio. Papeleras, papeleras, papeleras. El municipio que más gasta en papeleras en el estado Anzoátegui es el que también invierte más en limpieza con barredores por su falta de uso práctico.
Los espacios naturales hay que cuidarnos, indistintamente de los matices críticos que nos alejen de esta percepción individual, somos mejores ciudadanos cuando colaboramos y participamos en nuestro entorno. Asumiendo el compromiso y materializando la iniciativa de tener un hogar mejor. Así le ganamos terreno a las acciones negativas que nos separan del avance en el que se montó América Latina pero que Venezuela aún no toma la cola ni fiada, por el semejante mamotreto de gobierno que reposa la pea en Miraflores. Cuidemos lo nuestro. Mi abrazo para todos.
Por: Ángel Arellano / @angelarellano