Cuidado con los abusos sexuales encubiertos (incluye a la pareja)

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Según el Ministerio Público, un promedio de 17 personas son violadas diariamente, y 34 son víctimas de otros abusos sexuales en nuestro país. ¿Qué es un abuso sexual para ti? ¿Sólo que te toquen partes íntimas sin tu consentimiento? Al parecer engloba mucho más, porque existen una serie de abusos encubiertos que no consideramos o que dudamos si realmente lo son, porque finalmente conllevan una cuota de subjetividad. Por ejemplo, se puede dar si mantuviste relaciones sexuales con tu pareja sin ganas, se lo dijiste, y él simplemente siguió; si te tocaron en el Metro porque «no había espacio»; una pareja te juzgó por tu pasado sexual, o finges orgasmos porque tu pareja realmente no se preocupa de mejorarlo o hablarlo.

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No pretendemos exagerar, pero sí entender y darnos cuenta cuál es el límite, porque a veces esta sociedad, históricamente machista, nos confunde e incita a dar el carácter de «normal» a ciertas conductas, o incluso a cuestionar nuestra responsabilidad en situaciones abiertamente desagradables. Carolina Carrera, presidenta de la Corporación Humanas, cree que el problema es que la violencia contra las mujeres se ha naturalizado, dado que todavía existen desigualdades de poder entre hombres y mujeres; que el Estado no ha sido claro en dar una señal de que la violencia contra nosotras es siempre un «delito», y que una de sus manifestaciones es la violencia sexual, la que en nuestro país ha estado permanentemente invisibilizada.

«No se cuenta con datos oficiales ni con encuestas sobre la prevalencia de la violencia contra las mujeres, y tampoco con una política pública destinada a su erradicación. Cuando la violencia sexual se da en un contexto de ‘supuesto afecto’ o ‘afecto’, les cuesta ver que se está cometiendo un delito en su contra, ya que el cuerpo de las mujeres ha sido instalado como un objeto de deseo, en otros contextos como un campo de batalla que hay que conquistar, finalmente como un objeto que no pertenece a la mujer y que todos pueden decidir sobre él, menos ella», explica Carrera.

Es más, expone que el acoso sexual está sancionado únicamente en el ámbito laboral, previéndose un procedimiento especial de investigación ante la Dirección del Trabajo, pero que es escasamente utilizado, más que nada por la dificultad de probar que ciertos comportamientos constituyen abuso sexual ante la negativa de los agresores a reconocerlo y la falta de testigos. «El acoso en el ámbito educacional, en la atención de salud, en las cárceles o en la calle es totalmente ignorado como violencia. La ausencia de políticas al respecto y la falta de sanciones ciertamente incide en la dificultad que enfrentan muchas mujeres para reconocer ciertas situaciones como atentados a su integridad personal, y en la percepción generalizada de que se trata de situaciones aisladas o poco graves», agrega Carrera.

Con Michelle Thomas (@MichelleThomasV), directora académica de Cesch y sicóloga clínica especialista en sexualidad, logramos retratar situaciones y aclarar algunos conceptos que todas deberíamos reflexionar, porque forman parte de una cotidianidad que tiende a confundirnos.

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1) Agresión sexual en una relación de pareja

¿Cómo identificarla? Aunque suene un poco extraño, dentro de una relación de pareja normal se pueden dar agresiones que quizás pasan inadvertidas porque transitan de la agresión al cariño, pero cuidado si se trata de una constante o se disfraza de «sadomasoquismo». «La agresión o el abuso habitualmente tiene que ver con la rigidización de un patrón relacional en una pareja en donde uno es el dominador y el otro es el dominado o sometido. A veces este límite es tenue, porque además él o la sometida tiende a adecuarse a esta función y evita denunciar o comentarlo. Muchas veces, la mayoría del tiempo tiene estrecha relación con la forma que ha aprendido de amar. Los golpes en la infancia nos enseñan que aquel que nos ama puede generarnos daño al mismo tiempo, y nos acostumbramos a que eso sea lo normal en las relaciones. Tener un vínculo en el que el otro pueda hacerme daño», comenta Michelle Thomas.

2) Desde una molestia hasta sensación de vulnerabilidad

«Independiente del género, la agresión sexual que ocurre sin consentimiento, al ser tocado por otro u otra, es una invasión a la privacidad e intimidad. Sin duda que hay personas que por razones sociales o estructurales en su personalidad no vivirían una situación así como agresión, pero sin duda son las menos, poquísimas. Los sentimientos en general pueden ir desde una molestia hasta una enorme sensación de vulnerabilidad, que puede llegar a vivirse como traumática, con graves consecuencias para la persona. Hay experiencias que para algunos pueden ser muy intimidantes, y para otros no revisten mayor importancia. Es muy subjetivo, y debe respetarse la emoción particular que surge en cada persona».

3) Aceptar prácticas sexuales que desagradan por amor a la pareja

«La libertad es poder elegir, y no necesariamente hacer cualquier cosa en nombre de la libertad. A eso más bien podemos llamarlo libertinaje. Cuando en una relación de pareja uno de ellos pierde la capacidad de elegir, estamos en una situación abusiva, es decir una agresión sexual. La relación sexual, para que sea satisfactoria y sana, debe ser entre dos adultos, consensuada; debe permitir la libre expresión de las necesidades y por sobre todo mantener el respeto por lo que uno u otro desee. Esto significa que si uno de los dos no quiere hacer algo, debe ser respetado».

4) ¿Contar el pasado o esconderlo?

«Creo que la intimidad de las personas debe ser siempre respetada, y pienso que esa lógica de averiguar, indagar por la vida anterior, y en especial la vida sexual, muchas veces destruye más que construye. Esto probablemente en nuestra realidad chilena tiene que ver con el tipo de familia y parejas que tendemos a construir, donde la indiferenciación es mayoritaria y, por lo tanto, cualquier secreto o ámbito privado se vive como amenazante y peligroso. Por eso es frecuente encontrar en los Facebook chilenos la presencia de ex parejas, o la familia de ex parejas, que va transformando el círculo íntimo en un círculo compartido por muchos. Este tipo de violencia es muy frecuente en personas que tienen celopatía, donde toda la historia se vuelve amenazante y se cierne como una posibilidad de peligro».

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5) Cuando quieres parar, y él no lo acepta

«La pareja es probablemente el lugar donde se pueden volcar de mejor forma las fantasías, las regresiones de tipo edípico (infantiles), las identificaciones homoeróticas y heteroeróticas, la ternura y la agresión, pero siempre contenidas en el marco amoroso. O sea lo que debe primar es el amor sobre la agresión. Esto implica que por mucho que el encuentro sexual evoque situaciones agresivas o de reducción de la otra persona a un mero objeto por instantes, siempre debe haber restitución de la persona total. En otras palabras, en el coito, uno puede limitarse solamente a una zona del cuerpo que lo excite, por instantes, pero luego debe volver a ser la mujer como un todo. Esto implica la función de cuidar y ser cuidado, intercambiando estos roles. Si uno u otro no escucha el ‘pare’ que el otro dice, y sigue en la función agresiva, se está descuidando el cuidado del otro y se ejerce violencia».

6) Él tiene orgasmos, pero tú no…

«El orgasmo se ha vuelto un verdadero mito en nuestra sociedad, probablemente por la pérdida de espacios místicos o espirituales. El orgasmo implica la disolución momentánea del yo, y por lo tanto una fusión momentánea, similar a las fusiones de tipo religiosas o místicas. El orgasmo es un permiso que cada uno se da para abrir las puertas del placer y la liberación de montos importantes de energía sexual. Ese permiso es personal y nadie lo puede provocar sin el auto-consentimiento. Por lo tanto, existe el mito del orgasmo provocado sin quererlo. En el juego sexual parte del juego es usar al otro para obtener placer, pero al mismo tiempo uno mismo está siendo usado por el otro. Todo esto se mezcla con el mutuo goce que produce ver disfrutar al otro. Cuando se tiene la sensación que uno de los dos sólo utiliza al otro para su propia satisfacción, estamos en presencia de una personalidad narcisa y muy probablemente psicopática. El psicópata usa al otro como un objeto, sin importar la aflicción del otro, e incluso puede excitarlo el sufrimiento del otro. Existe la idea de que el eyaculador precoz es un egoísta que sólo disfruta o se satisface él. Sin embargo, pienso que más bien es una persona que teme a la intimidad y huye del placer sostenido, es decir, no puede permanecer en este placer y escapa rápidamente».

7) Solo tú debes tomar la pastilla, y él se resiste a utilizar condón

«Cada pareja debe conversar y hacer explícita las negociaciones y acuerdos de cómo van a enfrentar la vida comunitaria. En esto está incluido el cuidado durante la vida sexual, por lo que es responsabilidad de ambos, salvo que uno de los dos haya aceptado hacerse responsable de este ámbito. En este sentido creo que las mujeres tienen un déficit importante, pues suelen usar un anticonceptivo para una relación de pareja y no como parte de su propia vida sexual. No son pocas las ocasiones en que, por una discusión de pareja o término de una relación, dejan de usar el anticonceptivo como si esto fuese un castigo para la pareja, y suelen quedar –sin desearlo– gestando un embarazo o pasando un gran susto. La anticoncepción debería ser parte de la propia vida sexual de las mujeres. El hombre, independiente de esto, debería usar el profiláctico como parte de su propia sexualidad masculina, con independencia de la anticoncepción de la mujer».

8) Cuando juzgan tus relaciones sexuales pasadas

«El juzgar a una persona por sus conductas es tomar un trecho muy pequeño de su identidad. Ésta resume una gama incalculable de conductas y comportamientos, por lo que reducir a una persona a un sólo comportamiento es agresivo contra esa persona y un signo de ignorancia de quién lo hace y, por supuesto, puede llegar a ser abuso si es reiterado. Debemos aprender a respetar a nuestras parejas por lo que son, con lo bueno y lo malo (que es muy subjetivo). Solo así podremos sentirnos completos y tranquilos siendo nosotros mismos en una relación».

9) Placer en el sometimiento

«Freud planteaba que había un disfrute en la repetición, es decir, que habría una satisfacción que se obtiene en el ser abusada. Probablemente esta posición masoquista está dada por humillaciones y agresiones sufridas desde la primera infancia. Que aunque dolorosas, se van integrando como formas de ser, de existir, de ser amados, de ser aceptados. Esto implica una baja valoración personal que busca satisfacción en alguien que desde una posición polar, lo o la domine, humille, someta y haga que la persona exista en esta dominación. O sea, es una articulación sistémica que muchas veces cuesta romper y llevar a un equilibrio distinto. Esta forma de existencia lleva habitualmente a la persona con estas características a ponerse en esta posición de sometimiento en sus relaciones personales, laborales, familiares y, muchas veces, si no hay una adecuada terapia, también en el encuentro terapéutico (sometimiento al psicólogo). La mujer en este sentido tiene una larga historia de cinco mil años de sometimiento y humillación, por lo que está más aceptado, y culturalmente es más esperado. Esta dominación patriarcal ha inhibido buena parte de las funciones sexuales, y recién en el último siglo ha empezado una lenta recuperación, corriendo el riesgo de llevarnos a la igualdad y no a la equidad».

10) Ojo, el disfrute sexual está dictado desde la publicidad

«Debemos tener mucho cuidado con la tendencia social al totalitarismo que nos afecta; todos debemos tener los mismos gustos, estar todos de acuerdo con la gratuidad educacional, tener valores similares, y en el plano sexual, sentir las mismas cosas, desear las mismas cosas y disfrutar las mismas cosas. Tanto es así que las clasificaciones diagnósticas de las disfunciones tienden a funcionar o a llevarnos a esa lógica. El que no desea tener sexo más que una vez al mes tiene deseo sexual hipoactivo, o si no duras más de dos minutos tienes eyaculación precoz, etcétera. Hoy, como nunca en la historia de la humanidad, el disfrute sexual está dictado desde la publicidad y la  cultura. Creo, en ese sentido, que estamos más presos que nunca en la sexualidad, a pesar de que tenemos la ilusión de la libertad».

11) Fundamental: llegar a acuerdos con la pareja

«Habitualmente la libertad sexual también se traduce en otros ámbitos del ser. La intimidad sexual va muy de la mano de la intimidad psicológica, y ésta de la capacidad de tener diferencias y sostenerlas con la pareja. Esta tensión que aparece ante las diferencias es fundamental para poder tener libertad. Las personas que suelen ser violentadas sexualmente por períodos extensos tienen baja intimidad psicológica y suelen tener relaciones muy fusionadas, en donde uno de los dos desaparece para dar paso a una sola persona (al otro). En la pareja más sana uno más uno suman tres, y ese tercero es la conjunción de la pareja, pero sin que desaparezcan las individualidades».

12) Abusos, abusos, abusos…

«Cotidianamente vivimos abusos encubiertos, en los colegios, en la locomoción, en la calle; estamos expuestas permanentemente a abusos, pero también lo estamos cuando percibimos un tercio menos que los hombres de sueldo, cuando nuestras pensiones son menores que los de nuestros pares masculinos por mismos años trabajados y mismo sueldo recibido, cuando estamos sub-representadas en los espacios de poder», afirma la presidenta de Corporación Humanas.

CASI NADIE GOZA DE LIBERTAD SEXUAL

Hablamos tanto de la libertad sexual con nuestros amigos, frases del tipo «ahora nadie cuestiona, se puede tener varias parejas sexuales, así es mejor, no hay límites». ¿Es realmente así? ¿Cuál es la libertad sexual?

«Creo que casi nadie goza de libertad sexual, porque la sexualidad siempre está mandatada desde contextos históricos o coyunturales de cada época, por lo que la libertad está siempre controlada. De hecho, el deseo obedece en especial a marcos regulatorios en todo sentido, que nos hacen desear lo que debemos desear y no lo que queremos», comenta Michelle Thomas, directora académica de Cesch y sicóloga clínica especialista en sexualidad.

Y agrega: «Por ejemplo, ¿sería libertad sexual desear a un niño o a una hermana? Seguro que sí sería auténtica libertad sexual; sin embargo, hay controles culturales que impiden el deseo hacia esos objetos sexuales por lo que la libertad sexual no existe en nuestra cultura. Ahora bien, en este sentido –y aceptando esta premisa– sería una agresión pasar a llevar nuestra libertad sexual, pero este marco es estrechísimo siempre. Es una delgada línea la que separa la total libertad de la agresión hacia los demás»

Fuente: Revistamujeres.cl

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