Corto y Picante: «Ni un paso atrás» por @fariasjoseluis

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jlfariasCuenta Antony Beevor que el 28 de junio de 1942 Stalin súbitamente dejó de ir de un lugar a otro en su despacho del Kremlin escuchando el informe del general Vasilevski. «¡Han olvidado la orden que di a la Stavka!», estalló.

La orden, emitida en agosto de 1941, decía: "quienquiera que se quitara la insignia durante la batalla y se rindiera sería considerado un desertor malicioso, cuya familia debe ser arrestada como familia que falta a un juramento y traidor a la patria. Tales desertores deben ser ejecutados en el acto. Aquellos que caigan en un cerco … y que prefieran rendirse deben ser destruidos por todos los medios, y sus familias deben ser privadas de toda asistencia y estipendio del estado"

-La han olvidado- repitió Stalin. Escriba una con las mismas palabras.

Vasilevski regresó esa noche con un borrador de la orden No 227 más conocida como «Ni un paso atrás».

La orden debía ser leída a todas las tropas del Ejército Rojo. «Los que siembran el pánico y los cobardes deben ser destruidos en el acto. La mentalidad de retirada debe ser eliminada. Los comandantes del ejército que hayan permitido el abandono voluntario de las posiciones deben ser relevados y sometidos a un juicio inmediato por un tribunal militar».

Quien se rindiera era un «traidor a la patria». Cada ejército tenía que organizar «de tres a cinco destacamentos bien armados (de hasta 200 hombres cada uno)» para formar una segunda línea que abatiera a cualquier soldado que tratara de escapar. El Mariscal Zhukov ejecutó la orden en el Frente Occidental en diez días, utilizando tanques conducidos por oficiales especialmente seleccionados. Seguían a la primera ola de un ataque, listos «para combatir la cobardía» abriendo fuego contra cualquier soldado que flaqueara.

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La barbarie nazi de Hitler era enfrentada con la barbarie comunista de Stalin. Pero la clave no era la barbarie sino la decisión de unos a someter y otros a no dejarse.

Por José Luis Farías / @fariasjoseluis

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