En la purga stalinista, entre 1937 y 1938 -asienta el griego Tim Tzouliadis en su obra «Los Olvidados»- que en la Unión Soviética a los acusados se le recordaba en privado los métodos que el tribunal emplearía contra ellos en caso de no recibir el testimonio <<correcto>>.
Fue así como a un viejo bolchevique, Nikolai Krestinski, quien al no creer en esas «advertencias» se permitió alterar el suave flujo de confesiones de los famosos «juicios espectáculo», declarándose «inocente» en vez de «culpable», hubo necesidad de hacerle un pequeño recordatorio de unas laceraciones en su espalda para que al día siguiente declarase: <<Ayer, bajo la influencia de una momentánea y fuerte sensación de falsa verguenza causada por el ambiente en el banquillo de los acusados y la dolorosa impresión creada por la lectura de la acusación, mi mal estado de salud se agravó y no fui capaz de decir la verdad, no tuve fuerzas para decir que soy culpable. Y en lugar de decir «sí, soy culpable» respondí mecánicamente «no, no soy culpable»>>.
Las historias sobre los días del terror de la gran «purga» stalinista son estremecedoras. El caso del antiguo ideólogo del bolchevique Nikolai Bujarin, a quien Lenin llamó <<el hombre más capaz del Partido>>, fue particularmente patético ser acusado de conspirar con los imperialistas británicos y alemanes para hecer volver el capitalismo a la URSS. En carta escrita desde su celda a Stalin rogando por su vida dijo: <<El antiguo Bujarin ya ha muerto, ya no vive en este mundo. Si se me concediera la vida física, sería para vivir en beneficio de la patria socialista, cualesquiera que fueran las condiciones en las que tuviera que trabajar en una celda solitaria, en un campo de concentración, en el Polo Norte … que crezca un nuevo, un segundo Bujarin … Se cruzarán grandes fronteras históricas bajo la dirección de Stalin, y no lamentarás el acto de caridad y misericordia que te pido: me esforzaré por demostrarte, con todas las fibras de mi ser, que ese gesto de generosidad proletaria estaba justificado>>.
Bujarin debió haber sabido que en vez de «generosidad proletaria» lo esperaba era la «crueldad proletaria que lo enviaría al patíbulo». Dado la fiereza del discurso contra el Cadivismo enarbolado por el Cucuteño, cabría suponer que a Berenhs, Barroso y tantos otros señalados indirectamente le esperan momentos no tan cruentos como los aquella purga stalinista pero si muy duros por la «purga madurista» en la aplicación de la ley. De lo contrario, una vez más, todo será café en bolsita.
@Fariasjoseluis / Jose Luis Farias