La tiranía de Maduro no da pie con bola adentro ni afuera del país. Jaua y Chaderston se esmeraron en sacar la intervención de María Corina Machado del orden del día de la OEA. Pasaron el tema para una especie de puntos «varios», si da tiempo. Olvidaron que Venezuela le dio el puesto al payaso de Zelaya después que lo sacaron a medianoche con la pijama sucia de su alcoba y cuestionaron la nobleza de Panamá en ceder su puesto a la Machado.
El enviado de Nicaragua propuso que la sesión fuera privada y 22 de las «democracias» de América Latina y El Caribe votaron por esa suerte de «autocensura». El representante de Brasil, como un Chacumbele cualquiera, dijo que el carácter privado no contribuye a la democracia, que quisiera que fuera pública pero que el votaba porque fuera privada. Y cuando uno pensaba que con ese batiburrillo carioca era suficiente apareció la representante de Venezuela.
La señora Carmen Velázquez, adjunta de Roy Chaderston, no perdió la oportunidad para arrastrarse en el cumplimiento de la orden de Maduro. Cuando le preguntaron si votaba por una sesión pública o privada, la señora Velázquez derramó cinismo: «con toda transparencia, PRIVADA», dijo.
De inmediato la carcajada fue total. Hasta los 21 «diplochulos» que la respaldaron en su turbia votación soltaron la risotada que ha sido noticia en el mundo. Me cuentan que la hilaridad de estos impresentables molestó mucho a Roy, quien pronto emplazó a varios de ellos. Pero como suele suceder en estos tiempos de diplomacia a punta de petrochequera, la respuesta general fue más o menos así: «qué querías tú, Roy. A mí me pagaron porque votara «privada», no por tragarme la risa ante la torpeza de tu compatriota. Esa tipa creyó que se la estaba comiendo y lo que la estaba era poniendo». Parafraseando al filósofo Mario Moreno, «no me defieeendas comaaadre».
José Luís Farías