Lluvias, tormentas eléctricas y cortes de luz en varias regiones, no detienen saltos de paracaidismo rojo a causa del dedazo autocrático y militarista en las elecciones de gobernadores.
Que Vaungarner ni que ocho cuartos. El salto de 39 mil metros, desde la estratósfera, del austríaco se quedó corto ante cualquiera de los saltos rojos para imponer a los candidatos del PSUV. El atropello psuvista contra su militancia y sus aliados impuesto por el Amo es como el del hampa: no distingue entre las víctimas.
No hay cuestionamiento ni lloradera de las bases ni de los aliados que valga. El autócrata pega cuatro gritos y listo: "yo dije que era Ameliach y punto". "Yo dije que era Rodríguez Chacín y se lo calan". "Yo dije que era Yelitza Santaella y ya". Singular modo de entender la democracia participativa.
Pero entre todos los saltos rojos ninguno como el del paracaidista Aristóbulo. El ladino curiepero se presta para lo que sea con tal de quedar siempre bien con el Amo, incluso ir contra sus aliados internos. No importa el tamaño del ridículo, él mismo es. Listo pa’ lo que sea. No pregunta, no refunfuña. Solo obedece. Todo por estar bien con el jefe, ya pagó caro el atrevimiento de la lumpia y no quiere quedarse desempleado.
Años atrás lo lanzaron contra Carlos Ortega en la CTV y cogió una paliza. Antonio Ledezma lo revolcó en la Metropolitana.
El Amo lo llama "mono" en cadena nacional y el sonríe. Ahora lo encarga de defenestrar a su compadre Mister Músculo y el cumple sin miramientos su labor de verdugo. Aristóbulo ha jugado todos los roles posibles en el régimen, le faltaba el de sepulturero de un pana y se apresta a cumplirlo.
La sensación de oprobio entre los anzoatiguenses por la candidatura del "Paracaidista Afodescendiente" se ha extendido a los militantes del chavismo. Antonio Barreto Sira, candidato de la alternativa democrática, devolverá la dignidad a los pobladores de su estado
Por José Luis Farías / @fariasjoseluis