La corrupción sale cara. Así lo sostiene el libro que acaba de producir el gobierno de Mario Monti sobre este flagelo en Italia. Aunque la publicación se presentará el próximo lunes, ya se ha revelado que, según el estimado del Tribunal de Cuentas, la pérdida del país europeo debido a la corrupción es de 60,000 millones de euros al año.
Según el diario español El País, la publicación habla del coste real de la corrupción, que es mucho mayor a la cifra mencionada, si se tiene en cuenta la renuencia de las víctimas a denunciar estos hechos, la práctica habitual de engordar un 40% los contratos de las grandes obras públicas y una burocracia viciada, lenta e ineficaz.
No es la primera vez que los índices altos de corrupción llaman la atención en Italia. Según Transparency International, Italia fue en el 2011 el cuarto país más corrupto de la Unión Europea, solo superado por Bulgaria, Grecia y Rumania.
Estos datos han llevado a Mario Monti y a sus ministros a enfocarse en la lucha contra la corrupción. La medida más urgente del actual gobierno es mejorar la clase política italiana, la cual debe ser más transparentes con el control de gastos y ser menos condescendiente con quienes incurren en prácticas corruptas.
Después de muchos rodeos, los partidos políticos se disponen a aprobar en las próximas horas una ley anticorrupción que, entre otras cosas, impide que los ya condenados por prácticas irregulares puedan volver a presentarse a unas elecciones.