Consumir o no proteínas de origen animal: la polémica está servida

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¿Sabías que el alimento con el valor biológico más alto es la proteína de huevo (valor 1) o albumina seguido por la proteína de la leche o caseína (valor 0’9)? Después vienen la carne y el pescado.

Son datos relevantes porque de unos años a este parte recibimos mensajes contradictorios que están alterando notablemente nuestra dieta.

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Según el estudio, la ingesta de proteínas protege a los adultos mayores.

Reducir la ingesta diaria de las proteínas de origen animal es el nuevo mantra a seguir por los fanáticos de la comida sana. Y no hace falta buscar un pretexto, basta con hacerse eco de los últimos hallazgos científicos.

Una investigación llevada a cabo por Walter Longo, director del Instituto de Longevidad de la Universidad del Sur de California advierte que comer a diario mucha carne, pescado, aves y otra proteínas animales puede ser  “tan dañino como el tabaco”.

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Los científicos se percataron de que los amantes de la dieta hiperprotéica (aquellos en los que más del 20 por ciento de las calorías tenían una fuente proteica) multiplicaron por cuatro sus probabilidades de morir por cáncer o diabetes.

Según se desprende del estudio, realizado en una amplia muestra de adultos (6.831 personas hasta los 65 años de edad) durante casi dos décadas y publicado en Cell Metabolism, las personas que comen muchas proteínas de origen animal, incluyendo la carne, la leche y el queso, también son más susceptibles a una muerte temprana.

Sin embargo, el efecto en los mayores de 65 años fue exactamente el contrario: los que más proteínas consumían eran los que gozaban de una mejor salud.

De manera que mientras que la ingesta elevada de proteínas durante la mediana edad es muy dañina, resulta protectora para adultos mayores.

Así pues se podría extraer la conclusión de que es mejor reducir el consumo de proteínas animales en la juventud y aumentarlo al entrar en la vejez.

Según Longo lo ideal sería consumir alrededor de 0,8 gramos de proteína por kilogramo de peso cada día en la mediana edad.

Por ejemplo, una persona de unos 59 kilogramos debe comer alrededor de 45 a 50 gramos de proteína al día, con preferencia por los derivados de las plantas, tales como legumbres, que al ser de origen vegetal no tienen los mismos efectos.

Éste y otros trabajos publicados sugieren que las proteínas tienen un efecto diferente en el organismo, según la etapa de la vida en la que se tomen.

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Si se abusa de ellas en la edad adulta, se eleva el riesgo de mortalidad y de padecer cáncer. Pero cuando se superan los 65 años y nos acercamos a la vejez se produce el efecto contrario, entonces comer más proteínas y reducir los hidratos de carbono puede prolongar los años de vida saludable.

Por tanto, para evitar carencias nutricionales y conseguir un equilibrio perfecto habría que mezclar/combinar proteínas animales y vegetales.

Fuente [Tendencias.yahoo.com]

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