En pleno verano, los insectos son nuestros peores enemigos. Las moscas que no dejan de posarse en nuestra comida, los mosquitos que anhelan imitar a Drácula con nuestro cuerpo, las hormigas que se cuelan en nuestros armarios de la cocina, las cucarachas, el aguijón de las avispas.
Sin embargo, gracias a los insectos disfrutamos de diversos productos. Sirva el siguiente listado para que, la próxima vez que lances una maldición entomofóbica, les tengas un poco más de consideración:
1. Colorante rojo
Gracias a las hembras de cochinilla se produce un tinte de color rojo intenso muy empleado en telas, cosméticos y alimentos. El extracto de cochinilla (Dactylopius coccus), también es llamado ácido carmínico o carmín (E-120).
Existen 3.500 especies y pueblan la Tierra desde hace 160 millones de años. Su esperanza de vida es de 2 años. Pero ser macho es más problemático que ser hembra: las hembras no necesitan aparearse (partenogénesis), y los machos infectados con una bacteria determinada se convierten en hembras.
2. Cerebro de cucaracha
Según un estudio de la Universidad de Nottingham en Leicester, el cerebro de las cucarachas podría albergar nuevos antibióticos.
Simon Lee, responsable del estudio, describe cómo su grupo identificó hasta nueve moléculas diferentes en los tejidos de los insectos que eran tóxicas para las bacterias. Estas sustancias podrían conducir al desarrollo de nuevos tratamientos para infecciones bacterianas resistentes a múltiples fármacos.
Todo un alivio. Sobre todo porque, según un antiguo estudio de la Universidad Complutense de Madrid, hasta 4.000 especies diferentes de cucarachas pueden localizarse en una vivienda media, por muy limpia que esté. Además, por cada cucaracha que logréis ver, hay un promedio de 100 escondidas.
3. Agallas de avispa
Las avispas forman agallas en la corteza de los árboles para albergar a sus larvas, las cuales secretan productos químicos. Las agallas son cosechadas y usadas en astringentes, colorantes textiles y una tinta negra que fue muy apreciada durante siglos.
4. Cera, miel y veneno de abeja
Antes del comercio mundial del azúcar y de la invención del edulcorante, la miel era uno de los pocos endulzantes naturales, a excepción de alguna fruta de temporada. En cuanto a la cera, las obreras la segregan. Los seres humanos emplean esta cera en una gran variedad de artículos como velas, abrillantadores de suelo o recubrimientos para quesos, entre otros.
El veneno de las abejas contiene fuertes agentes antiinflamatorios, por lo que los médicos lo han usado en tratamientos para la esclerosis múltiple y la artritis. Con todo, sus efectos sobre la salud aún no han sido objeto de estudio sistemático, por lo que no está autorizada como medicamento.
5. Cigarras antibacterianas
La sangre de estos insectos contiene proteínas que protegen contra las bacterias. Algún día nos pueden proporcionar protección contra los gérmenes que han desarrollado resistencia a los antibióticos.
Fuente: xatakaciencia.com