Conoce las claves para promover el trabajo en equipo

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La mayoría de los trabajos no exigen saber los ríos de África, pero sí piden habilidades comunicativas. Tampoco suelen requerir un conocimiento exhaustivo de la tabla periódica; sí valoran la capacidad de trabajar en equipo y ejercer liderazgo. En estas capacidades pone el acento el enfoque del aprendizaje cooperativo, que llegó a las escuelas para ponerlas a tono con las nuevas demandas sociales.

Trabajo en equipo

Los argentinos tienen fama de no saber trabajar en equipo: suele señalarse que cuentan con individualidades excepcionales -Messi, Borges, el Papa Francisco- pero también con dificultades para construir de modo colectivo. La escuela, el primer espacio donde los chicos aprenden a colaborar con sus pares, parece ser el lugar donde empezar a revertir esto.

Los hermanos David y Roger Johnson son dos de los principales referentes del aprendizaje cooperativo. El punto de partida de su análisis es que no toda agrupación es un equipo: en un equipo hay objetivos comunes, responsabilidad por el otro, líderes y miembros con habilidades diferentes. Un equipo tiene una «personalidad propia».

En la escuela y en la universidad, un equipo bien armado ayuda a sus miembros a aprender mejor. Así lo entiende Lilian Cadoche, profesora de Matemática en el 1° año de la carrera de Ciencias Veterinarias en la Universidad Nacional del Litoral. Desde hace más de diez años, la cátedra en la que trabaja Lilian decidió implementar el aprendizaje cooperativo en las clases de Matemática.

«Dividimos a los alumnos en grupos y les repartimos guías de ejercicios y problemas de los distintos temas de la materia. Y los alentamos a participar activamente en las tareas tanto individual como colectivamente, a preocuparse por el avance de todos, a ser respetuosos de las opiniones ajenas», explica la docente.

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Los alumnos son evaluados no sólo por la resolución de los ejercicios, sino también por su manera de trabajar en equipo. «Suelen sorprenderse; no esperan que en la clase de Matemática los evalúes en sus habilidades de líderes», cuenta Lilian. «El aprendizaje cooperativo tiene el valor agregado de que los chicos adquieren otras habilidades. Por ejemplo, el que más sabe le explica al que no entiende. Como docente, yo evalúo cómo lo explicó, la responsabilidad con que encaró su trabajo. Para ellos es más fácil ponerse en el lugar del otro; cuando te explica un par, es más probable que entiendas «, cuenta.

Enseñarles a los chicos a trabajar juntos requiere inculcarles la capacidad de dialogar con el que piensa distinto, resolver conflictos, respetar los ritmos de cada uno, valorar los aportes del otro: habilidades que a los estudiantes les servirán también fuera del aula.

Marcela Chiarani, investigadora de la Universidad Nacional de San Luis, advierte que este enfoque exige repensar la evaluación: un buen equipo debe poder examinarse a sí mismo. Marcela explica que es preciso » autoevaluar el desarrollo de la actividad y la colaboración de cada integrante del grupo», y agrega que la evaluación tiene que ser continua, para que «el docente vea en cada etapa cómo el grupo está trabajando y pueda hacer los aportes que le permitan avanzar».

En estos casos, las habilidades sociales que se ponen en juego durante el proceso son más importantes que el resultado. Y el docente, en lugar de desarrollar una clase expositiva, se vuelve un facilitador, mientras que el alumno tiene una participación más activa.

En otras palabras: fomentar el trabajo en equipo dentro del aula exige que el docente modifique su rol. Su responsabilidad se orienta a generar en cada curso una » cultura de la cooperación «. Es que trabajar en grupo no es un talento natural: si los equipos no funcionan bien, probablemente no sea porque los chicos «son difíciles», sino porque nadie les enseñó a trabajar juntos.

Graciela Simari, directora de la Escuela N° 7 de Parque Chacabuco, pone el acento en el desafío que este enfoque le presenta al docente. Para ella, la mejor manera de promover el aprendizaje cooperativo es, precisamente, trabajando en equipo con otros maestros. «Los educadores solemos trabajar solos», dice esta directora, y cuenta que cuando los alumnos ven a sus docentes colaborando entre sí, eso resulta clave para que se entusiasmen con esta forma de aprender.

Graciela subraya el valor de las actitudes y habilidades que se ponen en juego en el trabajo conjunto, como «el respeto, escuchar a un compañero, llegar a un acuerdo, compartir opiniones». E invita a no tener miedo de que la evaluación quede en manos de los propios estudiantes: «En estas propuestas es muy importante la autoevaluación. Cada grupo tiene metas comunes, y cada miembro es responsable de alguna tarea. Los chicos son objetivos cuando hablan de su trabajo, saben reconocer en qué fallan».

[Fuente: derf.com.ar]

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