Nadie sabe el número exacto de hijos que tuvo Felipe IV de Habsburgo fuera de sus dos matrimonios. Entre 20 y 40 se mueven las cifras más exageradas, pero ninguno de sus contemporáneos tuvo el atrevimiento de contar los resultados de su promiscuidad sexual. Paradójicamente, el Rey que más hijos ha tenido en la historia de España, 13 legítimos, murió sin ser capaz de dar más heredero varón que el enfermizo Carlos II. Un castigo casi bíblico para un Monarca –culto, inteligente, amigo de Velázquez y gran mecenas del arte–, que desatendió los asuntos de su reino hasta que éste comenzó a desmoronarse. Para entonces era demasiado tarde.
Muestra el comportamiento de «un sexoadicto anónimo y promiscuo»
Tras un breve reinado marcado para las treguas y las maniobras diplomáticas, la repentina muerte de Felipe III dio paso al periodo de Felipe IV, señalado por la alta nobleza como el retorno a los éxitos de los primeros Austrias españoles. Pero nada más lejos de la realidad, Felipe IV fue un Rey despreocupado, pasmado por los placeres de la carne, que delegó en validos el gobierno del entonces mesiánico Imperio Español. Según describe José Deleito y Piñuelo, autor de «El Rey se divierte», el príncipe desarrolló su obsesión por el sexo «con los primeros hervores de la adolescencia, cuando cabalgó sin freno por todos los campos del deleite, al impulso de pasiones desbordadas». Y lo hizo asistido e impulsado por un gentilhombre, el Conde Duque de Olivares, que con el cambio de reinado pasó a ejercer el máximo poder hasta 1643. Mientras tanto, el joven Monarca empeñó su tiempo al libertinaje, a la caza y a las correrías nocturnas por las calles madrileñas.
En palabras del psiquiatra Francisco Alonso-Fernández, que dedicó un estudio a la vida personal de los Habsburgo españoles, Felipe IV muestra el comportamiento de «un sexoadicto anónimo y promiscuo». El denominador común de todas las mujeres elegidas, donde no hacía distinción social, es la escasa duración en el tiempo de las relaciones. Entre la larga lista de amoríos de este licencioso Monarca se encontraban mujeres de toda clase y condición: casadas o viudas, doncellas, damas de alta alcurnia, monjas y, por su puesto, también actrices.
María Inés Calderón
El Rey acostumbraba a frecuentar de incógnito los palcos de los teatros populares de Madrid, como El Corral de la Cruz o El Corral del Príncipe,en busca de aventuras amorosas. En una de estas incursiones, Felipe IV conoció a una joven actriz llamada María Inés Calderón, a quien apodaban «la Calderona», y la cual había mantenido también relaciones con el duque de Medina de la Torres. El Monarca quedó admirado por la belleza de la joven y, con la excusa de felicitarla por su actuación, pidió reunirse en privado con ella.
Don Juan José de Austria, «hijo de la tierra»
El niño que nació fruto de esta relación fue bautizado como «hijo de la tierra» (la forma en que se inscribían en el libro de bautizados a los hijos de padres desconocidos) en la parroquia de los Santos Justo y Pastor, actuando como padrino un caballero de la Orden de Calatrava, ayuda de cámara del Rey. Conocido como Don Juan José de Austria, este hijo de Felipe IV terminó convirtiéndose en una de las figuras políticas más importantes del reinado de su hermanastro Carlos II. Por su parte, «la Calderona» ingresó pocos años después del parto en el monasterio benedictino de San Juan Bautista en Valfermoso de las Monjas, Guadalajara. Fue abadesa entre los años 1643 y 1646.
Y pese a su activa vida sexual fuera del matrimonio, Felipe IV no escatimó vigor sexual en dar herederos legítimos a la Monarquía hispánica. En 1615 se casó con Isabel de Borbón, la hija del Rey de Francia, con quien había sido prometido a la edad de 6 años. Fruto de este matrimonio nacieron siete hijos, de los cuales solo dos llegaron a adultos. Uno de estos fue Baltasar Carlos, que incluso juró antes las Cortes castellanas como heredero antes de fallecer repentinamente a los diecisiete años a causa de la viruela. La otra hija superviviente,María Teresa de Austria y Borbón, vivió 47 años y fue Reina consorte del Rey Luis XIV de Francia.
Extravió a su hijo, a su hermano Fernando y a su esposa en el mismo lustro
Precisamente, la muerte del Príncipe de Asturias llegó en el peor momento de la vida de Felipe IV. Además de perder Portugal, la guerra contra Francia, la de Flandes y por poco los Condados catalanes, Felipe IV extravió a su bizarro heredero cuando su mujer y su hermano el Cardenal Infante Fernando –otro posible candidato a la sucesión– también habían fallecido en ese mismo lustro. A partir de entonces, el Monarca, que había evitado incurrir en consanguineidad cansándose con una princesa francesa, tuvo que improvisar una solución de urgencia y recurrió a la opción más a mano. La elegida para contraer matrimonio fue la prometida de su fallecido hijo y sobrina del Rey, la Archiduquesa Mariana de Austria.
El matrimonio de Felipe IV con su sobrina de 12 años dio como fruto cinco hijos, pero solo dos llegaron a adultos. Margarita, esposa del emperador alemán Leopoldo I, que murió con 21 años, y Carlos II «El Hechizado», cuya muerte sin herederos desencadenó la Guerra de Sucesión española. El funesto Carlos II es el miembro de la familia Habsburgo con el mayor coeficiente de consanguineidad de la dinastía, un 0,254 –el que se puede encontrar en una relación entre padre e hija–, y el portador de numerosas malformaciones que le invalidaban para reinar.
La controversia: ¿Cuántos hijos tuvo?
Es difícil saber el número exacto de hijos que tuvo Felipe IV más allá de sus 12 vástagos dentro del matrimonio, puesto que de sus hijos bastardos solo Don Juan José de Austria fue reconocido oficialmente en vida. Josefina Castilla Soto, profesora de historia moderna de la UNED, habla de al menos una treintena de hijos bastardos, y González Cremona precisa que fueron 34 hijos. Para el historiador Alberto Risco, sin embargo, la cifra de bastardos sería de 23 hijos naturales, de los cuales tan solo reconoció a Juan José porque el Rey quedó «electrizado por sus dotes físicas y morales» y porque quizás pensó en la posibilidad de incluirle en la sucesión real.
Frente a la dificultad de dar una cifra definitiva, las investigaciones históricas se han contentado con indagar en las biografías de los hijos ilegítimos más famosos. Entre ellos destacan Alonso Henríquez de Santo Tomás –resultado de una relación con Constanza de Ribera y Orozco, dama de honor de la Reina Isabel de Borbón–, y Alonso Antonio de San Martín, que llegaron a ser obispo de Málaga y obispo de Oviedo y Cuenca, respectivamente. A su vez, Carlos Fernando de Austria, hijo del Rey y de la noble vizcaína Casilda Manrique de Luyando y Mendoza, fue guarda mayor de las damas de la archiduquesa Mariana de Austria, la segunda esposa de Felipe IV.
Lejos de lo que cabría pensar, la adicción al sexo de Felipe IV no fue una rara avis en la piadosa familia Habsburgo. Si bien Felipe III y su padre Felipe II –que encargó a Tiziano una colección de pinturas eróticas y mantuvo varias relaciones ilícitas en su juventud– no engendraron ningún hijo ilegítimo, otros miembros de la familia tuvieron numerosos vástagos fuera de sus matrimonios. De esta forma, Carlos I de España tuvo como mínimo cuatro hijos y su abuelo Maximiliano unos 12. A su vez, Don Juan de Austria, el más famoso de los hijos bastardos de la dinastía, tuvo al menos dos hijos sin estar casado.
Fuente [Abc.es]