Cuando leí esta noticia pensé “¿para qué necesitamos un pez robot con todas las hermosas especies que tenemos en nuestros mares y ríos? Pero luego de entrar un poco más en el tema vi que, como tantos otros robots, este proyecto acuático vino para quedarse y tratar de arreglar algunos de los tantos daños que el hombre le está causando al planeta.
Robofish forma parte del proyecto SHOAL, con el que un grupo de científicos ha desarrollado una serie de peces robóticos capaces de monitorear una serie de agentes contaminantes de las aguas para reportar su ubicación mucho antes de que sea afectada la fauna marina o el agua.
El modelo de la imagen es de 1,5 metros y ya trabaja en tiempo completo en las aguas del puerto norteño de Gijón, en España, determinando en tiempo real el tipo de contaminación, fuga de fluídos de algunas embarcaciones o vertederos ilegales, para combatirlos en forma inmediata.
Para este trabajo, los peces robot utilizan un sistema de electrodos con los que olfatean diversos contaminantes de acuerdo a un patrón determinado en su base de datos. Actualmente poseen capacidad para olfatear y detectar fenoles, metales pesados y medir niveles de oxígeno y salinidad del agua.
Según la científica Rebecca Boyle, estos robots inspirados en la fisonomía de un pez son mucho más eficientes y simples de manejar que cualquier otro tipo de vehículo de hélice o autónomo estilo mini submarinos ya que sus movimientos le permiten girar en un radio muy pequeño así como también desengancharse de algas o escombros.
Estos prototipos cuestan aproximadamente unos US$30 mil, deben ser recargados cada ocho horas a través de una base y se pueden coordinar sus movimientos o ruta predeterminada para que se muevan en cardúmen con otros peces robot.
A pesar de su costo, este pez robot podría reducir al mínimo los casi US$ 2 mil millones de pérdidas que provocan los costos asociados con la contaminación del puerto español donde presta servicio desde hace una semana.