«Mi abuelo me enseñó cómo debían ser las cosas, más que cómo eran», suele contar Alex Salmond, el ministro principal de Escocia y cabeza del movimiento independentista regional. Salmond cuenta que se grabó a fuego las enseñanzas de aquél historiador aficionado y por eso considera que las cosas pasan invariablemente por la independencia del territorio del norte de Reino Unido.
Salmond nació el 31 de diciembre de 1945, en Linglithgow, población de unos 15.000 habitantes ubicada 24 kilómetros al noroeste de Edimburgo y que se desarrolló en torno a un castillo medieval.
A los 24 años, Salmond fue reclutado por el Scottish Office, el departamento del gobierno de Reino Unido encargado de la administración de Escocia, como asesor para su área de Agricultura y Pesca.
Para entonces ya se había afiliado al SNP.
Un poco por influencia de su abuelo, pero sobre todo por la visión de la historia escocesa que adquirió de sus profesores de la Universidad de St Andrews, centro público al que accedió por medio de una beca.
En ese primer empleo conoció a la también funcionaria Moira McGlashan, con quien contrajo matrimonio en 1981.
Según el biógrafo de Salmond, David Torrance, la influencia de su mujer es sustancial en las consideraciones políticas.
Alex Salmond emite su voto para el Parlamento escocés el 6 de mayo de 1999.
En 1980 Salmond dejó su puesto en la Administración para comenzar a trabajar como economista en el Royal Bank of Scotland.
Allí se especializó en el análisis del mercado del petróleo del mar del Norte. Y en los conocimientos entonces adquiridos basa hoy su principal argumento a favor de la independencia escocesa.
A su juicio, gracias a las ganancias obtenidas de la extracción del hidrocarburo Escocia sería uno de los países más ricos del mundo, con un Producto Interior Bruto (PIB) per cápita de US$39.642, según las cifras que difunde la campaña por el Sí a la independencia.
Aires nuevos
«Es el petróleo de Escocia», decía un popular lema del SNP en los 60 en referencia a la industria petrolera regional que se expandía por aquellos años.
No eran los mejores tiempos para el partido, a pesar del éxito que significó para el SNP la elección de su primera diputada en 1967 y algunas otras luces posteriores,
A fines de los 70 llegó la era de la primera ministra Margaret Thatcher, que redefiniría la política británica.
«La mayoría de los escoceses no quieren ir hacia atrás. Podemos crear una nación más poderosa y una nación más justa. Es nuestro momento»
Alex Salmond, líder del SNP
Y mientras Thatcher gobernaba en Londres, hubo una amplia convergencia en la sociedad escocesa en torno a la necesidad de una mayor autonomía.
Una campaña por la restauración del Parlamento derivó en la creación de una Convención Constitucional, que agrupó a los partidos Laborista y Liberal-Demócrata, a representantes de las iglesias, a la coordinadora de los sindicatos escoceses y otros.
Salmond renovó la presencia parlamentaria del SNP en 1987, logrando un escaño. Y tres años después fue elegido líder del partido.
En ese tiempo afinó también el argumento a favor de la independencia y reposicionó al SNP como un partido más socialdemócrata y proeuropeo.
En 2011 consiguió la mayoría en el Parlamento escocés, con 45% de los votos y 69 escaños.
Como parlamentario en Westminster, la sede del parlamento británico en Londres, destacó por su oposición a la invasión de Irak y al bombardeo de Serbia durante la guerra de Kosovo.
El líder del Partido Nacionalista Escocés levanta pasiones y odios por igual.
A respecto a este último, dijo fue «un acto de dudosa legalidad pero, por encima de todo, una necedad imperdonable».
Amor y odio
Salmond es considerado un político controversial. Divide opiniones, levanta pasiones y odios por igual.
Ha sido tachado de «peleón» y «matón» en los medios británicos conservadores, lo han criticado por sus comentarios positivos sobre el primer ministro ruso Vladimir Putin o su amistad con grandes empresarios.
«La mayoría de los escoceses no quieren ir hacia atrás», dijo Salmond el mes pasado.
Algunos además lo consideran contradictorio, por señalar en el «libro blanco», la hoja de ruta de la independencia, presentado en noviembre de 2013, que el nuevo país mantendría la libra esterlina como moneda y a la reina Isabel II como jefa de Estado.
El mes pasado, en el último debate televisivo con el líder del grupo que defiende la unidad británica Better Together (Mejor Juntos), Alistair Darling, Salmond aseguró que «la mayoría de los escoceses no quieren ir hacia atrás».
«Somos una nación rica, gente con recursos, podemos crear una nación más poderosa y una nación más justa. Es nuestro momento», aseguró Salmond.
Este jueves 18 de septiembre, los escoces dirán en qué medida comparten la visión de su líder.
Fuente [Bbc.co.uk]