Los jóvenes con problemas de conducta, como comportamiento antisocial y agresivo, muestran una disminución del volumen de materia gris en varias áreas del cerebro, según un nuevo estudio publicado en JAMA Psychiatry. Fuente.
Investigadores de la Universidad de Birmingham (Reino Unido) han descubierto que, en comparación con los jóvenes con desarrollo normal, las personas con problemas de comportamiento muestran reducciones de materia gris, en concreto dentro de la amígdala, la ínsula, y la corteza prefrontal.
Estas áreas del cerebro son importantes para la toma de decisiones, las respuestas empáticas, leer las expresiones faciales y la regulación emocional: procesos cognitivos y afectivos clave que muestran deficiencias en los jóvenes con problemas de conducta.
El artículo combinó de datos de imágenes cerebrales de 13 estudios existentes, incluyendo 394 jóvenes con problemas de conducta y 350 jóvenes con desarrollo normal, por lo que es el estudio más amplio sobre este tema, informa la universidad en una nota de prensa.
Stephane De Brito, autor principal del artículo, explica: «Sabemos que los problemas graves de conducta en los jóvenes no sólo son predictivos de la conducta antisocial y agresiva en la edad adulta, sino también del abuso de sustancias, los problemas de salud mental y los de salud física”.
Por esa razón, los problemas de conducta son un objetivo esencial para los esfuerzos de prevención y nuestro estudio avanza en la comprensión de las regiones del cerebro asociadas con la conducta agresiva y antisocial en los jóvenes.»
Dudas
Sin embargo, queda aún una serie de preguntas sin respuesta en este campo. Por ejemplo, el grado en que estas diferencias estructurales en el cerebro están asociadas a factores ambientales (como el abuso de sustancias/tabaquismo durante el embarazo y el maltrato en la infancia temprana) aún es poco conocido.
El investigador Jack Rogers dice: «Hay una gran cantidad de cuestiones pendientes. Por ejemplo, se necesitan estudios longitudinales (a lo largo del tiempo) para evaluar si estas diferencias estructurales están presentes al inicio de la vida y si persisten durante un período de tiempo más largo».
«También será importante examinar si se puede influir terapéuticamente en estas diferencias cerebrales y los procesos afectivos y cognitivos que están involucrados, para mejorar la vida adulta».
De Brito señala: «Algunas de esas importantes cuestiones se abordarán en el contexto de un gran estudio en el que estamos involucrados, y que se llevará a cabo con niños y adolescentes de siete países europeos para examinar los factores ambientales y neurobiológicos implicados en el desarrollo de problemas de conducta en los jóvenes de ambos sexos».