Nuevamente los venezolanos estamos convalecientes ante el virus electoral, aún no hemos terminado de descansar de las pasada contiendas de octubre y diciembre del 2012 cuando ya el clima político se vuelve a enturbiar y a calentar, afectando así nuestra sociedad.
El domingo pasado escuchamos sendos discursos, primero el del candidato de la unidad democrática, Henrique Capriles, y posteriormente el del ungido por Chávez para sucederlo, Nicolás Maduro, ambos estuvieron cargados de un contenido de violencia fácilmente detectable y sumamente peligroso para la paz nacional.
Como dirigente social y político, como un simple ciudadano más de este país, que posee esta humilde trinchera de expresión, quisiera enviarle un llamado, o mejor dicho una petición, a aquellos que representan los comandos de campaña de uno y de otro candidato para que moderen el lenguaje y sus descalificaciones, debido a que los venezolanos no queremos más confrontación estéril y perjudicial para el porvenir de la patria.
Aquellos que hoy criticamos e vejamos, serán los mismos con que mañana tendremos que sentarnos, porque ninguna república en el mundo, ni en los tiempos de antaño y mucho menos en los modernos se puede dirigir sin la necesidad de sentarse con el oponente, por ende, la moderación tiene que ser una norma en el quehacer del político; está bien disentir, criticar y oponernos, pero otra muy distinta es emprender una guerra verbal, que pudiera desembocar en otra mucho más terrible y con saldos insospechados.
Los candidatos a la presidencia de la república deben contribuir a la unión nacional, no pueden ser incitadores irresponsables de la violencia; más allá de grupos exacerbados de ambos lados la gran mayoría de los ciudadanos de este país están hartos de tanta agresividad, de tanto odio y desprecio, desean que retorne la tranquilidad al país y esto no se logrará si emprendemos una nueva campaña electoral promoviendo las diferencias e incitando a unos contra los otros.
Sin duda que las desventajas electorales y los abusos cometidos por el oficialismo despiertan sentimientos de molestia en las almas de millones de venezolanos que se oponen a la visión de país de quienes actualmente ostentan el poder, pero si caemos en el juego de la descalificación, y el insulto a priori y acusaciones desdentadas, tan solo para incitar emociones, estamos actuando de la misma forma de aquellos que criticamos.
Es lógico que quienes apoyan al ex presidente Chávez, sumidos en un profundo pesar por su desaparición, tengan sus sentimientos a flor de piel y que cualquier opinión de aquellos que juzgan erróneamente, como sus enemigos les causa malestar y reaccionan de forma airada y sin ningún tipo de control, pero esto no le da el derecho a menospreciar a la otra mitad del país.
La pérdida de un ser querido siempre duele, preguntémosle a esos miles de familias que han sufrido el último adiós de un familiar a manos del hampa desatada, pero a pesar de que respetamos el dolor de la mitad del pueblo y de los dirigentes del Psuv, esto no indica que se les dejará hacer lo que se le viene el gana. ¡Para pedir respeto, se debe respetar primero!.