Anzoátegui, posee unas tierras altamente productivas, que tristemente no están en producción por la situación económica que vive el país.
La Mesa de Guanipa, el Macizo de Turimiquire y la Cuenca de Unare, son las tres áreas óptimas para desarrollar una política agrícola que permita reflotar las labores del campo en el país.
A pesar de las extraordinarias tierras de altísima calidad, los hogares venezolanos están dominados por productos importados de otras localidades del hemisferio sur de América.
Las tierras productivas necesitan de un plan nacional de inversión, pública y privada, del campo que le permitan a los emprendedores, pequeños, medianos y grandes, propulsar una tarea de rescate de la potencialidad productiva de las diferentes zonas agrarias de Venezuela.
Tierras maravillosas para el maíz, las hortalizas, verduras, frutos de diferente índole y más, pueden ser desarrolladas, sembrados y cosechados en alta proporción, lo que permitiría que los venezolanos puedan comer productos 100% criollos.
Al país le urge que se atiendan las condiciones de las áreas agrícolas; los agricultores pequeños en este momento solamente pueden trabajar para satisfacer su propio consumo, mientras que los medianos y grandes productores están desechando las labores e inversión en el ámbito del agro por la difícil realidad nacional.
En este momento no se consiguen semillas, fertilizantes y las diversas indumentarias y materiales para poder cosechar son cada vez más embarazosos de conseguir en un mercado nacional en recesión y consumido por la escasez.
Toda nación que se diga próspera tiene que autoabastecerse de la mayor cantidad de alimentos posibles, establecer una economía agrícola de puerto, es decir, traer de afuera todo lo que se consume causa un daño tremendo a la economía nacional, empezando por el poder adquisitivo de los connacionales.
Al ser los alimentos importados, su precio se verá afectado por las variaciones del signo monetario nacional e internacional. La política internacional en el ámbito comercial siempre impactará de forma negativa la capacidad del ciudadano de adquirir los diferentes productos.
Cuando se decide abandonar el campo también se afecta el sano desenvolvimiento económico en la creación de puestos de empleo directos e indirectos. El decir, si en este momento emprendemos las labores necesarias para revivir la siembra en nuestro país se fomentarán puestos de empleo y se dinamizará la economía en varias zonas de la nación.
Tenemos un potencial increíble; tenemos la oportunidad de ser una nación sostenible en el tema alimentario, sólo hace falta que se aborde con más serie el tema, que se emprenda una política de respeto a la propiedad privada y de incentivo a los campesinos y agricultores, además de un área especializada en el estudio de los rubros a producir en qué cantidad y en qué tiempo.
Por Simone Augello