El término «economía de guerra» históricamente se refiere a un sistema totalizante, centralizado y autárquico, donde la mayoría de las personas son involucradas en el esfuerzo bélico, como en las guerras mundiales.
Pareciera que en Venezuela desde hace mucho tiempo se están implementando una economía de guerra, lo cual es más preciso que decir que estamos viviendo una “Guerra Económica”.
En la llamada economía de guerra representa la producción nacional es mínima, la participación también es lo es por falta de pago y falta de legitimidad de los actores en conflicto, y se centra en mecanismos deprecatorias y en apoyo externo.
Según la Revista Futuro 21 las características del funcionamiento de estos Estados en crisis es la falta de control sobre y la fragmentación de los instrumentos de coerción física; por lo tanto, observamos un proceso de regresión de lo que fue la consolidación del Estado moderno.
Todos los indicios nos demuestran que la economía de guerra es aplicada en Venezuela, ya lo han denunciado en reiteradas ocasiones un grupo de dirigentes políticos, mas éstos no han explicado las razones técnicas de tal aseveración.
En este momento la desintegración del Estado tiene como consecuencia la imposibilidad de establecer un sistema de recaudación de impuestos, lo que, en conjunto con fallas morales de los funcionarios públicos, tiene como resultado la falta de recursos.
En el país no se habla de aumento de impuestos, por lo menos en las primeras de cambio, sino que se está proponiendo el aumento del precio de la gasolina, el cobro de peajes en las autopistas y otros métodos, no se extrañen la aplicación en breve del impuesto al débito bancario.
En la economía de guerra la falta de ingresos tiene como contraparte el recorte de gastos del Estado, lo que a su vez imposibilita el control sobre las fuerzas militares, aquí vemos que el Gobierno venezolano pareciera no cumplir con este principio, no obstante si se centra en otros tópicos del concepto.
El gasto se incrementa, no tanto por motivos económicos pero sí movidos por intereses políticos, mantener contentos a los militares y funcionarios públicos, de allí las constantes alzas de los suelos y salarios de ambos.
Los venezolanos viven en una economía de puertos, debido a que la producción nacional es mínima, de allí que la baja de los ingresos petroleros afectan la capacidad de Estado de conseguir los alimentos suficientes en el exterior generándose así un aumento de la escasez y del desabastecimiento.
Todos estos puntos nos evidencian que la nación está basando su estrategia en una economía de guerra, que al final destruirá más la calidad de vida de los ciudadanos, empeorando la capacidad de éstos de comprar y vivir en condiciones más dignas.
Por Simone Augello