El hecho de que eres una criatura capaz de elaborar recuerdos y almacenar información en tu cabeza no es una novedad, como tampoco lo es que posees una serie de sentidos que recolectan esta información desde que vienes al mundo y, a partir de estos datos que se van grabando en tu cerebro, empiezas a conocer las cosas y, lo que es más importante, eres capaz de recordarlas. Tampoco es algo nuevo que los humanos no son los únicos animales capaces de retener información, que toman de sus propios sentidos, ya sea la vista (un lugar, por ejemplo), ya sea el gusto (un alimento que no es agradable de comer), ya sea el olfato (como las madres que reconocen a sus puestas por su olor o la famosa memoria olfativa de los perros)… y aunque nosotros estamos acostumbrados a tener una memoria basada en imágenes y en palabras, no carecemos de otras formas de memoria que compartimos con el resto de formas animales.
Pero yendo más allá de lo anecdótico, estamos ante un verdadero dilema: ¿qué es, exactamente, la memoria? ¿Cómo se almacena la información en un cerebro? ¿Por qué una vieja canción nos puede traer un recuerdo nuestro y personal? ¿Por qué recordamos nombres y caras? ¿Por qué un perfume nos puede recordar a alguien? ¿Cómo se guarda físicamente un recuerdo y cómo es posible que se rescate de forma tan inmediata ante un inocente estímulo? ¿Quién eres tú? ¿Qué te define y por qué persiste tu identidad a lo largo de las noches y los días?
No te vayas a pensar que nada de esto tiene una respuesta sencilla ni clara, pero para que te hagas una pequeña idea es necesario hablar primero de qué es el cerebro y cómo está organizado, pues es la clave de todo. Tú eres, por así decirlo, tu cerebro. Cuando te enamoras, no le entregas tu corazón a nadie, sino tu cerebro; cuando tienes hambre, en realidad es tu cerebro el que tiene hambre porque detecta que tienes el estómago vacío; cuando te pones agresivo, es la parte más salvaje y animal de tu cerebro la que se pone agresiva; cuando imaginas, sueñas, piensas, aprendes… todo eso es actividad cerebral… que también conviene señalar que se encuentra zonada: una región del cerebro se ocupa del habla, otra de los estímulos visuales, otra del aprendizaje, etc. etc. etc. Eso lo podemos comprobar de forma relativamente sencilla al ver estas funciones alteradas cuando es dañada su pequeña parte de cerebro correspondiente.
En el caso de un animal vertebrado, como nosotros, podríamos decir que el cerebro es el órgano que, junto con el tálamo, el cerebelo, el bulbo raquídeo y la médula espinal encerrada en nuestra columna vertebral, conforma el sistema nervioso central (SNC) de nuestro organismo, cuya función es procesar toda la información que le llega del exterior (a través del sistema nervioso periférico en la mayor parte de las situaciones) y de elaborar una respuesta coordinada de todo el organismo a esta información, además de su ya mencionada capacidad de almacenamiento. Todos los músculos, todas las glándulas del cuerpo y todos los órganos sensoriales están inervados en mayor o menor medida, de tal forma que el sistema nervioso, visto en conjunto, es una verdadera red de redes que converge en el SNC, al que llega y del que fluye información en forma de señales inmediatas por los diferentes cableados nerviosos. Las neuronas son las células del sistema nervioso que se encargan de transmitir la información en forma de impulsos eléctricos (por un proceso que no viene a cuento explicar aquí), y aunque la apariencia externa del cerebro es una masa gelatinosa y arrugada, a nivel celular está altamente estructurado (es decir, que las neuronas, pese a lo que puedas pensar, no se distribuyen de cualquier manera en la masa cerebral).
Ahora bien: seguimos sin haber dicho qué es la memoria (si es que eso está 100% comprendido a día de hoy). Podríamos decir que la memoria es una capacidad de almacenamiento de información que ocurre debido a la plasticidad del sistema nervioso, esto es: en el cerebro, la anatomía y el funcionamiento de éste pueden variar internamente como respuesta a cambios en sus patrones de actividad. Esta plasticidad se debe al hecho de que las sinapsis o conexiones entre las ~86.000.0000.000 de neuronas del cerebro pueden modificarse por largos periodos de tiempo así como incluso pueden establecerse nuevas sinapsis (lo que posibilita, por ejemplo, el aprendizaje). Asimismo, también es muy, muy importante para el cerebro saber qué olvidar. Las conexiones neuronales de tu cabeza se reorganizan (de forma limitada, eso sí) a lo largo del día y durante toda tu vida… y tu cerebro debe saber qué le conviene y qué no le conviene olvidar. Se supone que una experiencia que se repite (como “tocar el fuego quema”) o que aunque sólo ha sucedido una vez ha dejado un impacto emocional fuerte (como tu primer beso, yo qué sé…) se marca de forma más profunda y ayuda a que se consolide en la memoria a largo plazo (en contraposición a la memoria a corto plazo, que corresponde a una idea que dura entre un par de minutos y un par de días y luego desaparece de la consciencia).
La conclusión es que la modificación y/o establecimiento de conexiones entre neuronas en el cerebro hace posible los procesos de aprendizaje y de memoria. Por supuesto, todo esto es un proceso muy complicado y, en realidad, muy misterioso. Y no nos debe sorprender que podamos recordar cosas con un aroma. En realidad, lo que está sucediendo es que nuestro cuerpo detecta un estímulo que nuestro cerebro analiza y compara con lo que sabe… como hace continuamente con el resto de sentidos. ¿Peueds etendner etse manjese aqunue las lretas etésn desodrneadas? Calculamos distancias, hacemos predicciones, analizamos consecuencias, tomamos decisiones, adivinamos, actuamos, sentimos, recordamos… Es un trabajo de asociación que realizamos de forma inmediata e ininterrumpida y que, pese al brutal mecanismo que implica, nosotros hacemos sin darnos cuenta.
El olfato tiene muchas más funciones de las que puedes pensar. Quizás no lo valoramos tanto como otros sentidos como la vista o el oído, pero nos ayuda continuamente, pese a lo poco desarrollado que lo tenemos en comparación con otros animales. En el mundo animal, el olfato encuentra alimento, detecta peligros, enemigos extraños, parejas potenciales listas para el sexo… es usado por las plantas para que los insectos se acerquen a sus flores y contribuyan a dispersar los granos de polen de flor en flor, permite a los familiares reconocerse, saber cuándo una sustancia no nos conviene… podemos conocer mucho sólo con nuestra nariz, y que podamos recordar algo oliendo algo es sólo un ejemplo del enorme y enigmático poder que encierra nuestro sistema nervioso.
[Fuente: todaunaamalgama.blohspot.com.es]