¿Cómo controlar el hambre?

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Para tener el peso ideal, es necesario saber controlar el hambre que en algunas ocasiones dice presente en el trabajo, de paseo y en los adolescentes en la escuela. Según un estudio realizado en la Universidad de Harvard, se estableció una clasificación de siete tipos de hambres, de las cuales se elaboró una guía para mantener una relación sana y alegre con los alimentos.

comer

El comportamiento alimenticio que nosotros tengamos ante alguno de estos deseos de comer, influirá en nuestro peso y en nuestra vida.

Por los ojos. Deseamos comer el alimento al experimentar «con sólo verlo» esa sensación de saliva en la boca. Aparecen definiciones como «crujientes papas fritas», «el chocolate que se derrite en la boca», «frescas hojas de lechuga» o «el queso derretido de la hamburguesa». Según señala Jan Chozen Bays, líder de la investigación, muchos estudios han demostrado que «la vista es muy potente a la hora de influir en el comportamiento alimentario, e incluso puede anular todas las demás señales de saciedad».

Por los aromas. De manera continuada estamos expuestos a aromas tentadores: pan recién horneado, el del café recién hecho o el de los pochoclos a la entrada del cine. Los expertos coinciden en la importancia de tomar conciencia de la situación: pararse antes y pensar si de verdad se tiene hambre, cuántas horas han pasado desde la última comida, y cuánto queda para la siguiente.

Hambre oral. La experta en comportamiento alimentario lo describe como «el tipo de hambre que experimentan quienes tienen la ‘necesidad’ de probar constantemente nuevos sabores y texturas». Una forma de advertir estas sensaciones es prepararse un plato compuesto por alimentos de diferentes texturas: zanahorias crudas y frías, papas cocidas calientes, migas de pan, masticar cada bocado entre 15 y 20 veces, y centrar la atención en las sensaciones de la boca y en los movimientos de la lengua.

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apetito

Hambre de estómago. «Tengo ataques de hambre» es una frase que refleja este tipo de apetito, que conduce a comer más y de una manera desmedida. En estos casos es importante dar pautas y enseñar técnicas de control de la ingesta, para distinguir y no confundir la sensación de ansiedad con el hambre. La doctora sugiere observarse a uno mismo y reconocer las sensaciones que le invaden en cada momento. ¿Tensión? ¿Nerviosismo? ¿Alegría? ¿Euforia? Unos ejercicios de estiramientos, respiraciones profundas, respirar aire fresco pueden ayudar a identificar el origen del apetito. También saborear un té o comer pausadamente una fruta o unas galletas de cereales.

Hambre corporal. Responde a uno de los instintos más primarios: cuestión de supervivencia. Por ejemplo, se está estudiado que la preferencia por el sabor dulce es innato, determinada por una predisposición genética a sobrevivir, al mantenimiento de la especie. La especialista explica este tipo de hambre como la necesidad orgánica de ciertos nutrientes, que se ve reflejado en la preferencia por comer alimentos muy concretos. También advierte que «el cuerpo lo pide para funcionar de manera óptima, aunque la mayoría de nosotros hemos perdido la capacidad de oír lo que nos está pidiendo», ya que popularmente estos comportamientos se identifican como «antojos».

hambre

Hambre mental. El poder de la mente es inmenso, y es el responsable en gran medida de nuestro comportamiento alimentario. La doctora Bays dice que «cuando comemos en base a los pensamientos, nuestra alimentación se basa por lo general en la preocupación», lo cual nos puede conducir a comer demasiado sin justificación, o todo lo contrario, a dietas estrictas sin fundamento dietético ni médico, a una alimentación muy limitada y monótona que no se puede sostener en el tiempo.

Hambre emocional. Según Bays, las relaciones «más desequilibradas con los alimentos son causadas por no atender a los sentimientos». Es el tipo de hambre que se siente ante un vacío sentimental, comer por compensar un dolor o un vacío, para sentirse «lleno», sentir un tipo de bienestar. Con el tiempo y mucha ayuda, se puede lograr desunir hambre y emociones, y ver que ya no es necesario comer si estoy alterado emocionalmente.

[Fuente: derf.com.ar]

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