«Cómo cambió mi vida saber que soy un nieto recuperado»

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Estela de Carlotto marchó incansablemente por casi 40 años buscando a su nieto. El martes se supo que lo encontró. El martes Argentina vivió uno de los momentos más emocionantes desde su vuelta a la democracia.

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El nieto de Estela de Carlotto, la presidenta de Abuelas de la Plaza de Mayo, apareció tras más de 30 años de búsqueda.

Muchos lo interpretaron como un premio de la vida a la lucha incansable de esta mujer que marchó por casi 40 años tratando de encontrar a su nieto y a tantos otros bebés sustraídos por el gobierno militar que imperó en Argentina entre 1976 y 1983.

Guido, el nieto de Estela, es el número 114 y fue él, por iniciativa propia quien se acercó a realizar las pruebas para saber su identidad.

El proceso recién comienza para Guido. No es corto ni fácil, aseguran otros nietos que vivieron la misma experiencia.

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Claudia Poblete entendió muchas cosas cuando su primera hija cumplió ocho meses.

Fue un segundo terremoto emocional en su vida. Una réplica del primero, pero más positiva.

Hasta unos años antes, Claudia no era Claudia. O por lo menos no sabía que lo era. Tenía otro nombre, otro cumpleaños, y era la hija de un militar y su mujer.

«Un día llegó una citación a mi casa. En el juzgado me dijeron que habían dudas de mi filiación y que necesitaban una prueba de sangre mía».

Era 1999 y el juez Gabriel Carvallo había ordenado realizarle análisis inmunogenéticos.

Según información de Abuelas de la Plaza de Mayo, Claudia había sido inscrita como hija propia por Ceferino Landa, integrante de la estructura de inteligencia del ejército, y su esposa, Mercedes Beatriz Moreira. La partida de nacimiento falsa había sido firmada por un médico militar.

El día que recibió la noticia su vida se paralizó.

«Fue un terremoto que lo cambió todo. Un cambio total. Todo lo que me habían dicho eran mentiras. Y yo confiaba en ellos».

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Accedió a realizarse el examen y el ADN reveló lo que muchos ya daban por hecho: Claudia había sido sustraída a su familia cuando tenía ocho meses.

Sus padres reales no eran la pareja que la crió, sino José Poblete y Gertrudis Hlaczik. Los dos fueron secuestrados y desaparecidos el 28 de noviembre de 1978 por agentes del gobierno militar. Nunca más se supo de ellos.

Su bebé de ocho meses también fue sustraída ese día. Y el 7 de febrero de 2000 la justicia le restituyó su verdadera identidad.

Al principio Claudia no pudo con la historia. Sus apropiadores fueron juzgados y enviados a prisión, pero ella siguió viviendo en la misma casa.

Comenzó a saber sobre su familia original. «Los conocí, a mi abuela primero. Fue un proceso lento», cuenta.

«Al principio traté de seguir viviendo la vida a la que estaba acostumbrada, pero me di cuenta de que necesitaba reconocer quién era de verdad».

Hubo encuentros y conversaciones, acercamientos, pero para Claudia la nueva familia era completamente ajena. Hasta que quedó embarazada de su primera hija.

«Cuando ella nació fue cuando yo me di cuenta realmente lo que significaba ser madre. Y me di cuenta de lo que era mentirle a un hijo todos los días», le cuenta a BBC Mundo.

«Fui poniéndolos en su lugar, dejando de sentir que eran mis padres y dejando de sentir culpa por lo que les sucediera a ellos, empezando a comprender la responsabilidad real que les cabía por la decisión que tomaron de apropiarme, de mentirme y de ocultarme de mi familia biológica por 21 años».

Cuando su bebé tuvo ocho meses, la misma edad que tenía Claudia al ser sustraída, se produjo el segundo sismo.

«Fue un punto crucial para mí. En ese momento fue cuando entendí realmente la magnitud de lo que me hicieron, de lo que le hicieron a mi familia, a mi madre», cuenta.

Sin embargo, Claudia nunca logró cortar relaciones completamente con los Caferino Moreira.

«Todavía tengo cierto contacto con ellos. Son gente muy anciana y yo viví con ellos. No me perdonaría nunca abandonarlos totalmente», cuenta.

«No lo siento como una obligación, lo hago porque quiero», explica. Sin embargo, advierte que otra cosa son sus hijos. «Mis hijos no. No los conocen ni los van a conocer», asegura.

¿Se deben revelar los nombres de los nietos?

Este miércoles, en Argentina se reavivó la polémica sobre la idoneidad de dar a conocer los nombres de los nietos «descubiertos» y su impacto en estos jóvenes, explicó el corresponsal de BBC Mundo, Ignacio de los Reyes.

La familia Carlotto criticó que el nombre utilizado en la actualidad por Guido, Ignacio Hurban, se hubiera filtrado a la prensa a los pocos minutos de anunciarse su hallazgo, contrario al deseo de las Abuelas de Plaza de Mayo.

Todos los medios muestran hoy las fotos de Facebook de Ignacio / Guido, sus tweets y los detalles de su vida profesional y amorosa.

«Si no lo llamaba por teléfono, se enteraba por la televisión; y eso no es algo bueno cuando se necesita serenidad», dijo la titular de la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi), Claudia Carlotto.

Según los medios locales, la filtración salió de la oficina de la jueza que confirmó los resultados de ADN de Guido, María Servini de Cubría.

«La difusión del nombre por parte de la jueza no colabora con el reencuentro», dijo el diputado nacional por el Frente para la Victoria, Remo Carlotto.

Fuente [Bbc.co.uk]

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