La ceguera es una desgracia increíble, no ver la inmensidad del mundo es una situación realmente lamentable. La oscuridad ha sido y siempre será el amparo del mal y de todo aquello que lo cobija, la penumbra es el ámbito natural de los sistema totalitarios, es por eso que el régimen de Nicolás se empeña en que usted y que yo no podamos ver la realidad que nos rodea.
La izquierda comunista, esa misma que asoló a la extinta Unión Soviética, aquella que lleva años condenando a la miseria al pueblo cubano, la misma que es partera de miles de asesinatos en China, trata de cubrir sus inmundicias silenciando todo a su alrededor, de allí el empeño del Gobierno socialista venezolano en acallar las voces de los estudiantes en la calle.
Ellos cerraron estaciones de radio, censuraron canales de televisión, ahorcan a los medios impresos con la falta de divisas para la adquisición de papel periódico. De esta forma el Ejecutivo socialista quiere enmudecer y cegar a la población, en pocas palabras ellos llevan adelante su hegemonía comunicacional.
La sociedad del silencio es la que desean y quieren construir a como dé lugar; buscan desesperadamente que nadie hable, que nadie se queje; el llamado hombre nuevo, el socialista, es aquél que soporte estoicamente los males sociales y económicos de un régimen de tortura, miseria y desfachatez.
Hacia allá iban vigilados por los ojos envejecidos de los hermanos Castros quienes desde la Habana conducen los hijos del poder socialista en Venezuela, su plan era casi perfecto e incluso intentaron acelerarlo luego de la desaparición de Hugo Chávez, quien a pesar que llevaba el mismo camino su estilo era más a cuenta gotas.
Sin embargo ellos, ni los tiranos nacionales ni los invasores cubanos, se esperaban que surgiera del seno de las universidades, siempre casas de rebeliones democráticas y de luces, el movimiento que rompería el silencio y rasgaría las vendas de los ojos de los venezolanos.
¡Bravo estudiantes! ¡Gloria a los universitarios! Ellos salieron de sus centros de estudios a darnos a todos una lección de vida, valentía y amor patrio. ¡Hurra!
La acción rebelde de la juventud, espontánea y sincera, colocó contra las cuerdas a un sistema entumecido por los años en las cumbres del poder.
Los jóvenes de hoy le hicieron lo mismo que los de la generación del 28 a la dictadura gomecista, los sorprendieron con otros métodos de lucha que dejaron a ambas tiranías con los ojos claros y sin vista.
La sociedad del silencio que ellos promovían y que siguen defendiendo quedó paralizada por la algarabía de una muchachada corajuda que emprendió la búsqueda de su futuro en las calles de Venezuela.
Mientras las convocatorias juveniles del oficialismo son mecánicas, sin alma, carentes de la emotividad y la euforia de los primeros años de vida, las expresiones de la calle de las fuerzas del Movimiento Estudiantil encarnan esa Venezuela alegre y de esperanza que recuperaremos por completo.
El silencio, la censura y el miedo fueron ayer las herramientas que empleaba el régimen, y hoy se ven forzados a sacar tanquetas, grupos de motorizados llamados Colectivos y la Guardia Nacional, que por cierto me niego a calificar de Bolivarianas porque no lo son, para agredir e intimidar.
¿Por qué el éxito de las voces que recorren todos los rincones del país? Su secreto es la UNIDAD nacionalista y realmente democrática, además de la fe inmaculada que profesan, de allí que la política del terror rojo no encuentre cabida en ninguna parte.
Nicolás, te enfrentas a un pueblo que se cansó de las mentiras que representas, combates contra la voluntad de una nación que quiere un mañana mejor. ¡Te veo mal Nicolás!
José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano