Las llamas se alzaban como grandes columnas, los gritos de dolor retumbaban en un eco profundo que se extendía hasta las entrañas mismas de la tierra. Ríos enteros de fuego derretían todo a su paso, y los pecadores, infames en sus acciones desmedidas, lloraban ante semejante suplicio.
Ese era el panorama que rodeaba aquel encuentro, entre el “maestro” y el mal “alumno”; allí se hallaron después de algún tiempo, ¿y qué es el tiempo, para aquellos que lo tendrán por siempre en la expiación de sus culpas? Fue en ese lugar, justo y en el momento preciso, donde se escenificó el siguiente diálogo.
Nicolás: ¡Oh! He muerto, sí ya no estoy entre los vivos y lo tengo a usted delante de mí. ¡Qué felicidad tengo, al estar a su lado!
Hugo: Así es Nicolás. Ya estás en el hades, aquí nos tocará estar por los siglos de los siglos. ¡Já! Ahora si me dirán eterno, eterno en los males que tendré que pagar. Menos mal que tendré tú compañía.
Nicolás: Necesito que me digas, hoy jefecito, qué te pareció mi presidencia. Fue muy duro después de nos dejaste. Ni siquiera tus apariciones como pajarito, ni en los sótanos del metro mitigaron nuestro dolor.
Hugo: No me recuerdes eso. Sufría más viendo como ustedes acababan como mi legado, que por las mismísimas llamas del infierno y por los tormentos del innombrable.
Nicolás: ¿Tan mal lo hicimos?
Hugo: No vale, lo hicieron peor de lo que me imaginé. Está bien que había que honrar a Fidel, como el padre de la Revolución Latinoamericana, pero mijo se pasaron cómo es eso de regalarle aviones últimos modelos y de lujo a Raúl, ¿Tú estás loco?… ¿Cómo se te ocurre echarle más candela al fuego con los líos con los estudiantes? Parecían una manada de elefantes en una cristalería.
Nicolás: Jefecito, lo que pasa es que me traicionaron. El tú sabes quién, ese que me dejaron al lado siempre estuvo conspirando y jugando para atrás. Ese gran carrizo fue el culpable de todo.
Hugo: Sí lo sé. ¿Por qué crees que no lo dejé como presidente y a ti sí? Yo no confiaba en él, sin embargo jamás pudimos deshacernos del tipo porque estaba enraizado en unos cuadros militares que no era revolucionarios y que sólo nos apoyaban por las inmensas riquezas que se estaban metiendo en el bolsillo.
Nicolás: Mi único pecado fue el de seguir los consejos de Fidel, y lo que me pedía Cilia. Usted vio que tuvimos que apartar de todo a Mario Silva. ¡Ese audio nos jorobó mucho Comandante!
Hugo: Pero chico es que tú eres gafo de nacimiento. Cuando debiste dejar que fuera la OEA te pusiste obtuso, igual pasó como eso de “vamos a recontar”, ¿cómo se te ocurre esa vaina? Si hubieran recontado se demuestra el fraude.
Nicolás: Es que no sabía. Me dejé llevar por el momento, por el calor de la gente apoyándome. ¡Discúlpeme Comandante!
Hugo: Qué más da todo se acabó. Destruyeron lo poco que teníamos. Aniquilaron a Pdvsa, la revolución se convirtió en una dictadura, con cada vez menos apoyo popular. ¿Cuándo en la vida nosotros hubiésemos “ganado” una elección por 300 mil votos de diferencia, si eran millones los que decían que era chavista… Lo cierto es que Tú no eras yo, y que el chavismo se murió conmigo.
Nicolás: Pero señor hicimos lo que pudimos, lo que pasó es que intentamos profundizar el socialismo y la gente de arrech… usted sabe los venezolanos no se calaron eso de la tarjeta de racionamiento, se molestaron cuando ya no habían dólares, ¡fue una locura!
Hugo: No me sigas diciendo nada ¡cállate! Y es más vamos a presentarte a los panas que tengo aquí para que te vayas familiarizando… Allá está Stalin, ¿lo ves? el que está al lado de Lenin, el calvo con la hoz y el martillo en la mano. Más allá está Ho Chi Minh, aquel de cachucha es Tito Broz, Mao es aquel chinito que está gritando… Conchale vale, se me olvidó tengo una reunión con Salvador Allende, el “Che” Guevara y Sandino para una partidita de dominó al lado de la sexta paila del infierno, ¡ven!
Y así, de repente, sudando a chorros, se levantó de la cama de un brinco y con millones de palpitaciones… Todo había sido un sueño, una pesadilla, tal vez producto de los días que tenía sin dormir, a su lado un diario que titulaba: “Guarimberos más cerca de alcanzar el poder en Venezuela”… Con eso cualquiera, en el caso del fulano, tendría sueños como aquel.
José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano