Hoy estamos frente a una situación atípica, vemos como el líder de una facción importante de nuestra sociedad, el chavismo, se encuentra acéfala, en medio de un torbellino de intrigas y de sinsabores políticos, todo ante la certeza del inicio del año 2013 y enmarcado en la incertidumbre con miras al 10 de enero y la posible ausencia del presidente electo al momento de tomar juramento ante la Asamblea Nacional.
Cuando me siento a redactar este artículo es el jueves 27 de diciembre a las 8:20 minutos de la noche, y la única voz del Gobierno que se escucha es la del Vicepresidente Nicolás Maduro hablando en el Campo de Carabobo en la juramentación de Francisco Ameliach como gobernador, mientras lo observa con ceño fruncido un Diosdado Cabello meditabundo.
Pero aún, con las voces de todos los personeros del régimen, se nota el estremecedor ruído del silencio del «comandante» lo cual, a pesar de los auto-consuelos de los camisas carmesí, sigue preocupando a más de un verdadero acólito del Presidente de la República.
Este 2012 se está acabando y pareciera que se lleva consigo muchas cosas; este año luce como si llevase empacado en sus maletas las esperanzas de muchos, y las ilusiones de aquellos que pensaron que el 7 de octubre empezó la era de la hegemonía absoluta, pero luego de escuchar a un languido mandatario hablando de su enfermedad y de las posibles «causas sobrevenidas» entraron en estado de estupor colectivo y agudo.
El oficialismo depende en gran medida del liderazgo mesiánico de Hugo Chávez, sin éste el chavismo torna su faz como la de una muchedumbre sin control, diría Kafka en su metamorfosis se convierte en un «elemento distinto». Pero aún restan muchos días para saber el desenlace de esta nueva novela política criolla, pero lo que es cierto es que el nerviosismo se apodera de la cúpula gobernante y las divisiones entre los grupos internos cada vez se hacen más notorias y abiertas.
¿Será que los últimos escándalos políticos, sociales y morales que tienen como protagonistas a connotados dirigentes o voceros del oficialismo responden a esa guerra silenciosa, pero sin cuartel, que se libra en el seno del partido gobernante?, ¿será que la situación de salud del «comandante» es tan compleja que le permite a más de uno dentro del Gobierno tomar medidas para preparar el camino de una nueva etapa en la llamada revolución?, estas, junto con otras preguntas, forman parte de esa lista de inquietudes periodísticas que reposan en el escritorio de mi memoria, esperando algún indicio al cual enfilar análisis e hipótesis.
Ya está por llegar el 2013, y ya se viene el 10 de enero, y aunque puedan decir que no es necesario el «formalismo» de la juramentación, así como lo argumentan los eruditos del régimen, también es correcto aseverar que mientras el silencio de Hugo Chávez se prolongue es más probable que se declare la vacante absoluta luego de que se le venza el tiempo de sus vacantes temporales y esta realidad asuta a más de uno porque con él se pudiera clausurar de una vez por todas las ideas «socialistas».
Mientras todo esto ocurre, o puede puede ocurrir, me limitaré a desearles a todos ustedes, mis apreciados lectores, un Feliz Año Nuevo.
Por José Dionisio Solórzano / @jdsolorzano