Coca-Cola y Pepsi buscan una nueva fórmula mágica: una soda sin calorías, sin endulzantes artificiales y que no deje un sabor extraño en la boca.
Las dos compañías de soda más importantes del mundo esperan que ese escurridizo trío de características acalle las críticas de que sus productos son malos para la salud y revierta el declive en el consumo de bebidas gaseosas, pero una fórmula así podría estar aún muy lejana.
Eso se debe a que el ingrediente que hace que un refresco tenga buen sabor es también lo que produce sobrepeso: el jarabe de maíz de alta fructosa. Los edulcorantes artificiales como el aspartame que se utilizan en las bebidas de dieta no tienen calorías, pero son vistos como procesados y falsos.
Los edulcorantes naturales que provienen de las plantas presentan la alternativa más prometedora, pero las empresas aún no han descubierto la manera de enmascarar el sabor metálico que dejan en la boca.
A pesar de las complejidades, los fabricantes de refrescos siguen adelante en su búsqueda.
"No puedo decir cuándo va a estar aquí, pero será en un futuro razonable", dijo Al Carey, quien encabeza la unidad de bebidas para las Américas de PepsiCo Inc., el segundo mayor fabricante de soda.
Hay una buena razón de que los fabricantes de sodas estén tan ansiosos por ajustar sus fórmulas. Otrora favoritas entre los estadounidenses, ahora las sodas están siendo señaladas de ser las culpables de las abultadas cinturas en el país. Dos terceras partes de los adultos estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades.
Eso, unido a la creciente variedad de aguas saborizadas y bebidas para deportistas, ha hecho descender el consumo per cápita de refrescos a 1,3 latas diarias, una caída de 17% desde su pico en 1998, según Beverage Digest, un rastreador del desempeño de la industria.
En Nueva York, una prohibición a la venta de bebidas azucaradas de más de 453 gramos (16 onzas) en restaurantes, teatros y estadios podría entrar en vigor en marzo.
El alcalde de Cambridge, Massachusetts, propuso una prohibición similar el mes pasado. Y en Richmond, California, los votantes decidirán en noviembre si aprueban el primer impuesto de un centavo por onza sobre los refrescos y otras bebidas azucaradas como jugos de frutas y tés.