Le Petit Bi, una bicicleta francesa de 1937, fue casi con seguridad la primera plegable con ruedas pequeñas diseñada para adultos. El manillar, elevado, serviría de inspiración mucho más tarde para modelos de los años setenta. Apenas ahorraba espacio y era aparatosa, pero en el momento fue una codiciada novedad. El diseño de la C-4 italiana de 1988 reducía el peso y también ganaba en suspensión al prescindir de uno de los tubos del cuerpo. La danesa Long John (creada por Smith & Co en 1983) podía transportar hasta 140 kilos incluyendo al ciclista y aún así mantener el equilibrio y tener un aspecto atractivo.
El Museo de Arte de Portland (Oregón, EE UU), una ciudad conocida por su cultura ciclística y la que tiene más usuarios per cápita de los Estados Unidos, expone hasta el 8 de septiembre Cyclepedia: Iconic Bicycle Design (Ciclopedia: Diseño icónico de bicicletas), una muestra que selecciona algunos de los modelos más decisivos en la evolución del diseño de bicis reseñó 20minutos.es .
Procedente de la colección de Michael Embacher (1963) diseñador vienés y también ciclista aficionado, el conjunto examina la estética y los detalles prácticos de ejemplares de todos los tamaños y formas, populares y exclusivos, pensados incluso para desempeñar funciones muy específicas, como llevar a varias personas, trasladarse por zonas de guerra o deslizarse sobre el hielo.
Wilhelmina, la desastrosa bici de plástico
Entre las piezas más curiosas de la colección está la británica Skoot, creada en 2001. Con un cuerpo en forma de maleta, el usuario podía plegar el sillín, el manillar y las ruedas para convertir el vehículo en un bulto de equipaje en el que además cabían un bolso y un ordenador portátil. Otra de las rarezas más llamativas es la bicicleta sueca Wilhemina Plast Itera (1984), probablemente también la más desastrosa. Tenía aspecto de juguete y un irrestible color rosa, pero no era nada funcional: casi todas sus piezas eran de plástico, se deformaban con el calor y ponían en jaque al sistema de frenos.
Con un inquisitivo interés por los modelos más creativos, singulares, poco convencionales e incluso fracasados por un exceso de idealismo en el momento de su creación, Embacher colecciona bicicletas desde el año 2003 y ahora es dueño de más de 200.
Su historia de amor con el vehículo comenzó hace también una década. Como diseñador y arquitecto, necesitaba desplazarse a reuniones y obras y pasaba hasta dos horas al volante: su frustración por perder tanto tiempo de trabajo en atascos y en buscar aparcamiento terminó cuando probó por casualidad a usar la bici. En cinco meses había perdido 20 kilos y ahorrado hasta 90 minutos diarios en sus traslados.