Nadie puede saber con firmeza si es feliz o no lo es. Y es que los estado de ánimo van variando con mucha facilidad. Un día puedes sentirte más animada, y al siguiente puede darte el bajón. Pero, ¿sabes una cosa? Cuando hablamos de relaciones, esto no funciona así.
Puede que sea complicado de averiguar. Puede que no quieras hacerte a la idea porque no te conviene aceptar la realidad. Pero, cuando estás con un chico, sabes perfectamente si te sientes a gusto y si se te permite ser tal y como tú eres. En el caso de que sea así, todo funciona a las mil maravillas. Pero en el caso de que no sea así, lo sabrás muy rápidamente, porque no te sentirás tranquila, no te sentirás tú misma. Y, ¿de qué nos sirve una relación en la que nos sentimos limitadas?. Según nosotras.com
Sabemos que es una pena. Pero más pena es el no querer darte cuenta de que algo no está funcionando bien. Porque en el fondo sabes que te falta algo en tu relación, pero no te decides a dar el paso de hablar con él. Muchas pensaréis que es innecesario… En Nosotras siempre apostamos por el diálogo, para sacar algo en claro, algo productivo. Pero, una vez hayas hablado con él y, en el caso de que te des cuenta de que donde no hay, no se puede sacar, tú misma tendrás total libertad para hacer lo que quieras.
Y, de hecho, la libertad siempre la tienes presente. Eres libre de comenzar a poner las cosas claras, de cantarle las cuarenta, de mostrarle cómo te sientes y de echarle en cara que quieres ser la protagonista de la historia, y no la secundaria, como lo estás siendo. Que lo hagas depende de ti. Nosotras te lo aconsejamos. Porque en el caso de que él se dé cuenta, la historia cambiará y tu felicidad subirá como la espuma. Pero en el caso de que no te entienda o de que infravalore tus palabras, ¿para qué lo vas a necesitar?
Al fin y al cabo, lo que tú quieres no es un simple hombre. Quieres un compañero, que esté en lo bueno y en lo malo. Para el que seas su princesa y estés en lo más alto de su lista. Si no es así, no te convence. Y, créenos, igual que tienes todas las libertades para actuar según opines, también tienes todo el derecho de jugar con él igual que él juega contigo. Y el juego más eficaz, en estos casos, es el de la indiferencia. Si sabes que no eres feliz, ¿qué es lo que te sigue atando a él?
¿Crees que va a cambiar? Lamentablemente, te decimos, prácticamente ninguno cambia su comportamiento. O, al menos, no lo hace de forma permanente.