“Chavismo = Nerviosismo” por Ana Martínez

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Aquí en la ciudad de Anaco, desde donde me siento a redactar este artículo, como en el resto del país se siente un clima de cambio y de transformación política que se esparce con la brisa misma, la presencia de un Henrique Capriles Radonski caminando casa por cada en cada uno de los estados, municipios, parroquias y sectores de la nación representa el mayor peligro para un régimen que convalece y cada vez más merma en su capacidad de acción y reacción.

Las semi-barricadas que los oficialistas colocan por donde pasará el candidato de la unidad democrática para la presidencia de la república, que observamos en el recorrido de éste en el sector de Valle Verde en Puerto La Cruz y que vimos con más estupor gracias al resultado más bochornosos en la comunidad de Cotiza en Caracas, son ejemplos palpables del nerviosismo que cunde en el seno del oficialismo.

El chavismo se reconoce como minoría en la república, los tres millones de votos aún le retumba en la cabeza como un recordatorio del cenit de su poderío político-electoral, ya el chavismo no puede acusarnos de “escuálidos”, porque ahora ellos lucen famélicos y deteriorados, las posiciones de voceros del régimen que tratan de ser más chavistas que Chávez, tratando de acusar a la oposición de los actores violentos que se empiezan a escenificar en esta precampaña electoral, son síntomas de un desespero creciente e indetenible que recorre el cuerpo político del partido de gobierno.

El miedo rojo que se escenifica por el aumento de las simpatías de la opción democrática, por la cohesión que se siente en todos los niveles de la unidad opositora, y la lamentable pero real enfermedad de un Jefe de Estado y además patrón de partido que atenta contra un liderazgo único, sectario y excluyente que deja huérfanos a una organización que no reconoce más “jefe” que aquél que aún pernota en Cuba, tratando de vencer a un enemigo muy poderoso, el cáncer.

Hoy en día el chavismo es sinónimo a nerviosismo, sus dirigentes sectoriales, locales, regionales y nacionales, se les evidencian en sus rostro la incertidumbre, no sólo por las dolencias de un “jefe” que pugna por su vida, sino por que como diría Oscar Yánez “se le acabó el pan de piquito” ante la reducción considerable de sus simpatías populares, debido a que el pueblo venezolano se cansó de esperanzas, se hartó de promesas incumplidas y de una revolución que no ha traído el bienestar que tanto pregonaba y por el contrario a sumido a millones de ciudadanos a una miseria imperante y creciente.

Ya Anaco ha dicho Basta Ya a este gobierno, Ya Anzoátegui ha demostrado su apego hacia un cambio, este 7 de octubre toda Venezuela lo demostrará, es decir, el chavismo tiene razón para estar nervioso.

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Por Ana Martínez

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