El presidente de la República, Hugo Chávez, lo dejó claro ayer: No entrega el mando político, pero sí lo delega en el vicepresidente ejecutivo, Nicolás Maduro Moros.
Una repentina llovizna despidió en la madrugada a Chávez de Venezuela. A la 1:30 de la mañana el avión presidencial despegó del aeropuerto Internacional Simón Bolívar de Maiquetía para llevar al mandatario a La Habana, donde sería intervenido quirúrgicamente por padecer de cáncer.
«Hasta la victoria siempre», grito el Presidente «viviremos y venceremos», recibió como respuesta de los funcionarios y allegados presentes, «Hasta la vida siempre», ripostó Chávez, y obtuvo la misma repuesta.
Entre aplausos y gritos de una dama que gritaba «Jesucristo vive, Jesucristo vive», Chávez subió lentamente las escaleras del avión y se volteó para despedirse. Lo esperaba en la puerta de la aeronave su hija Rosa Virginia y el pequeño hijo de ella.
El vicepresidente ejecutivo Nicolás Maduro, designado sustituto de Chávez por el propio mandatario en caso que ocurra su falta absoluta, y el presidente de la Asamblea Nacional Diosdado Cabello -uno al lado del otro- despidieron al mandatario. También estaba gran parte de su tren ministerial.
«Acabando de darle un abrazo sentido al comandante Chávez, en Maiquetía. Le dije «Vaya y vuelva» y me dijo «Claro que volveré, Elías». Amén!!», dijo en su cuenta Twitter el exvicepresidente Elías Jaua.
Horas después, al bajar del avión en La Habana, el presidente cubano Raúl Castro lo esperaba con el tradicional saludo militar, con la mano en la frente. Lo acompañaba el canciller cubano Bruno Rodríguez.
Chávez y Castro mantuvieron una corta conversación en el aeropuerto habanero.
«En buenas manos»
Antes de ir a Maiquetía, el mandatario venezolano se reunió con el Alto Mando militar en el Palacio de Miraflores, juramentó como ministro de la Defensa a Diego Molero Bellavia y le ascendió al rango de almirante en Jefe, máximo rango de Naval.
A la derecha de Chávez, sentado, estaba Maduro. A la izquierda y sentado frente al vicepresidente, Cabello. Los dos hombres considerados líderes de las facciones del chavismo.
«El alto mando político, aunque no lo entrego, sin embargo lo delego y está en buenas manos. Allí está Nicolás y todo el cuadro político del mando de la República y el alto mando militar está en buenas manos. Así que la Revolución está en buenas manos», aseguró el Presidente de la República.
Chávez pronunciaba sus palabras sentado, empuñando la espada de Simón Bolívar, la cual tomaba por la parte superior con la punta hacia abajo y golpeaba repetidamente contra el piso.
«Parto lleno de optimismo, somos guerreros de la vida, llenos de luz, de fe en Cristo, en Dios, en nosotros mismos, para seguir batallando y venciendo», comentó en forma emotiva el Jefe de Estado.
Dijo además sentirse tranquilo con la actuación de la Fuerza Armada ante la situación que se presenta. «Confiado plenamente estoy en este pueblo que ya lo ha demostrado en diversas ocasiones. Ha demostrado ser capaz de enfrentar conspiraciones, movimientos desestabilizadores de afuera y desde dentro. Confiado plenamente estoy en mis soldados y esos cientos de miles de soldados, oficiales de tropa del Ejército, la Marina, la Aviación, la Milicia. Estoy totalmente seguro, me lo dice mi corazón, que la Patria está segura», indicó mientras golpeaba el suelo en reiteradas ocasiones con la espada del Libertador.
Chávez advirtió además de los riesgos que corre el proceso revolucionario: «El enemigo acecha desde afuera y desde dentro y ante cualquier circunstancia que sienta la oportunidad para alzarse de nuevo como hienas contra la Patria, para destrozarla como lo hicieron durante cuánto tiempo y entregarla al Imperialismo, no la van a desaprovechar, pero estoy seguro que se encontrarían con este pueblo, y con ustedes, con nosotros, los soldados».
El Presidente llamó a la Fuerza Armada Nacional a «no ceder a la intriga».