¡Qué diría Juan Pablo Pérez Alfonzo con lo que sucede con la industria petrolera venezolana! Con toda seguridad el padre de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) estaría horrorizado con la terrible realidad de la Pdvsa y aún más con las informaciones de que nuestro país le comprará crudo a Argelia, es decir, algo que apenas unos 15 años atrás era impensable, inimaginable, sencillamente una locura.
Lo que ayer era una imposibilidad hoy resulta ser una realidad lastimosa, patética y totalmente revolucionaria, porque hemos llegado a este punto debido a las pésimas decisiones que en materia petrolera ha tomado el Gobierno.
La recientemente anunciada salida de Rafael Ramírez de Pdvsa no es otra cosa que el continuo encubrimiento de los ministros y colaboradores de esta farsa gubernamental; hemos exigido que éste señor le hable al país y que diga, con señales claras, lo que ocurrió con la industria petrolera durante los 11 años que la condujo.
El pueblo entero del país espera que nos aclaren cómo es eso que durante estos años se ha registrado el ingreso petrolero más alto de nuestra historia mientras sufrimos la escasez más inhumada de la cual tengamos memoria, cuando la inflación galopa a pasos agigantados y mientras el pueblo se ahoga en la miseria.
No es posible que en este país los ministros pasen por sus carteras, hagan y deshagan, sin que el pueblo reciba explicaciones de sus actos, sean estos buenos o malos, no es posible que el Gobierno apañe, cubra con un manto de silencio, los espantosos errores de sus funcionarios, mientras sea la nación entera, es decir, los venezolanos los que paguemos los platos rotos.
Hace unos días el analista y periodista internacional Moisés Naím se hacía esta pregunta: ¿Cómo puede ser que la riqueza natural de un país perpetúe la pobreza de la mayoría de sus habitantes? Y más adelante la respondía recordando aquello de la “maldición de los recursos naturales”.
Hoy podemos hacernos nosotros otra pregunta ¿somos en verdad un país petrolero? Pareciera, ante la evidencia de estos últimos años, que no lo somos, porque el pueblo de abajo, el ciudadano de a pie no recibe los beneficios directos de ser “los dueños” del petróleo.
¿Cómo están los hospitales, las carreteras, las áreas deportivas? ¿Cómo vivimos los venezolanos? La riqueza del país se la han quedado algunos pocos enchufados que se mantienen en el poder intercambiándose ministerios, jugando a ser poderoso y millonarios, son ellos los revolucionarios de ayer que hoy gozan las mieles del poder quienes no han puesto al servicio del pueblo lo que es de éste y de nadie más.
Una nación petrolera significa que el pueblo tenga una alta calidad de vida, significa que todos podamos vivir bien, lo cual no se parece en nada en los sufrimientos que padecen quienes viven cerro arriba, allá donde ni red cloacal existe, allá donde el agua no llega.
No somos un país petrolero, ni menos rico, porque si lo fuéramos no tuviésemos que realizar colas interminables para conseguir los productos desaparecidos del mercado, como la harina precocida, la leche, el azúcar, entre otros.
¿Usted cree que somos un país petrolero y rico? ¿Para usted quién se ha quedado con los recursos que le pertenecen a todos los venezolanos? ¡Usted lo sabe, todos los sabemos, el Gobierno se ha apoderado de todo, ha hecho caída y mesa limpia!
Es el momento de desempolvar las banderas de la gallardía patria y asumir el compromiso de la defensa de nuestra Venezuela ultrajada por quienes actualmente la dirigen.
Por Antonio Barreto Sira