Brasil toma el timón de un Mercosur empantanado

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La presidenta brasileña Dilma Rousseff, asumirá el timón a orillas del río Paraná, a 500 Km al norte de Buenos Aires, en medio de una de las más ricas y fértiles llanuras de la Tierra, pero en uno de los peores momentos históricos de la unión creada en los años 90.

Para colmo Rousseff está bajo fuego por la investigación de fraude y sobornos en el gigante petrolero Petrobras.

mercosur

Argentina y Brasil, los dos colosos de la asociación, atraviesan épocas de transición en lo político y están golpeados por la crisis internacional.

Venezuela, aún no integrado plenamente, sufre por los precios del petróleo. Uruguay y Paraguay, más pequeños, levantan su clamor para que se introduzcan cambios en sus normas de intercambio, al sentirse perjudicados.
Cada vez los países del emprendimiento sudamericano se venden menos productos entre sí. Las exportaciones en el interior del bloque bajaron del 16% al 13% del total entre 2010 y 2014, según estadísticas oficiales.
Viraje ortodoxo brasileño

Rousseff, tras su reelección, ha producido un viraje al designar un equipo económico ortodoxo focalizado en producir un ajuste que mejore las cuentas del país.
«No debería haber intervenciones en el mercado cambiario», dijo hace poco en una reunión del FMI el presidente del Banco Central brasileño, Alexandre Tombini.
En buen romance, significa que el real continuará devaluándose. Y un real devaluado significa menos compras de mercancías a los socios y control de la inflación, en un marco recesivo.
La presidenta argentina Cristina Kirchner se despide del poder. Le queda un año de gobierno, no podrá aspirar a un nuevo mandato y hay un fin de ciclo del kirchnerismo, un ala centroizquierdista del peronismo.

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Lejos quedó aquel Mercosur que intentaba construir una fuerza contestataria en la escena internacional. Hugo Chávez gobernaba en Venezuela, Inacio Lula da Silva en Brasil y Néstor Kirchner en Argentina.
Lograron entre los tres frenar a finales de 2005 el Área de Libre Comercio (ALCA) que promovía el norteamericano George W. Bush. David vencía a Goliath con el fin de proteger sus industrias y empresas de una competencia demasiado poderosa.

Ahora Cristina pasará el volante del bloque a Rousseff en momentos en que la relación entre ambas no es brillante.
Argentina aplicó amargas medicinas para enfrentar la escasez de dólares, que atragantaron a sus socios. Trabó importaciones e hizo poner el grito en el cielo a Brasil, Paraguay y Uruguay.
El presidente venezolano Nicolás Maduro no puede salir en defensa de Kirchner acorralado por la caída en los precios del petróleo. La pérdida de ingresos para Venezuela la pone al borde un cese de pagos.

Tampoco podrá amparar a Kirchner el presidente uruguayo José ‘Pepe’ Mujica que pronto dejará el poder en manos de su correligionario Tabaré Vázquez, del izquierdista Frente Amplio.
Vázquez tuvo una relación tumultuosa con los Kirchner por la batalla judicial entre ambos países por una fábrica de celulosa que Argentina consideraba contaminante.
Un Mercosur menos cerrado

«El Mercosur debe flexibilizarse y dar a los más pequeños posibilidad de hacer acuerdos fuera de la región», dijo el vicepresidente uruguayo Danilo Astori. La demanda es todo un símbolo del malestar interno en la unión aduanera, inquietud que comparte Paraguay.

Las inversiones internas en el Mercosur tampoco son alentadoras. Los capitales brasileños que fueron los principales inversores en Argentina, hoy se redireccionan a destinos más dinámicos de la región como México, Colombia o Perú, según datos del Banco Central de Brasil.

«El escenario se altera con el aumento del protagonismo de los países asiáticos, por lo que la estrategia de integración debe contemplar un acercamiento del Mercosur con la Alianza del Pacífico (Chile, Perú, Colombia y México)», dijo a la AFP Mauricio Claverí, analista de la consultora Abeceb.com.
En ascuas aún está también la integración con la Unión Europea (UE). Argentina ha sido la más reticente para proteger a sus industrias pero sólo la inestabilidad internacional provoca que haya un compás de espera en cerrar un acuerdo.

Fuente [Lanacion.com.py]

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