Benedicto XVI viaja mañana al Líbano para entregar a los obispos de la región la Exhortación Postsinodal (documento final) del Sínodo de Obispos para Oriente Medio celebrado en 2010, una visita de tres días que se desarrollará en medio de la tensión que vive la zona por el conflicto en Siria.
El papa, de casi 86 años, ha afirmado que viaja "bajo el signo de la paz" y ha pedido a las autoridades de la región y a la comunidad internacional que la búsqueda del diálogo y de la reconciliación sean prioritarios en Oriente Medio.
"Aunque parece difícil encontrar soluciones a los varios problemas que tocan la región, no hay que resignarse a la violencia y a la exasperación de las tensiones", dijo el Obispo de Roma el pasado domingo durante el ángelus.
Desde que fue elegido Pontífice, Joseph Ratzinger no ha cesado de implorar la paz para Oriente Medio y ha expresado su solidaridad con los cristianos que viven en esa zona de mayoría musulmana, a los que ha pedido -como reiteró ayer- que no abandonen esa tierra donde nació, vivió, murió y resucitó Jesús y sean "constructores de paz y agentes de reconciliación".
El motivo de la visita es la entrega a los prelados de la región del documento que cierra oficialmente el Sínodo de Obispos para Oriente Medio celebrado en octubre de 2010 en el Vaticano con la asistencia de 185 obispos.
El Sínodo lo clausuró Benedicto XVI con un llamamiento a la comunidad internacional y a los países de Oriente Medio para que no cejen en la búsqueda de la paz en la zona, un logro que -aseguró- es "posible y urgente".
Los prelados, en su mensaje final, pidieron a Naciones Unidas y a la comunidad internacional que se ponga fin, mediante la aplicación de las resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU, a la ocupación israelí de los "diferentes territorios árabes".
En el mensaje, los prelados rechazaron el recurso a la Biblia para justificar las "injusticias" y abogaron para que Palestina tenga un Estado propio, en la línea "dos pueblos, dos estados" (Israel y Palestina).
Con las propuestas aprobadas por los obispos y entregadas al papa, éste ha preparado la Exhortación Apostólica, que firmará mañana en la basílica de San Pablo, en la localidad de Harissa, y entregará a los prelados en la misa que oficiará el domingo en Beirut.
El portavoz vaticano, Federico Lombardi, aseguró que a pesar de la inestabilidad de la zona, con el conflicto de la vecina Siria de fondo y la llegada de cientos de refugiados sirios al Líbano, en ningún momento la visita ha estado en el aire, ya que es "clara" -dijo- la voluntad del papa de viajar.
La visita es la cuarta del papa Ratzinger a la región medioriental, tras el viaje realizado a Turquía en 2006, a Tierra Santa en 2009 -donde visitó Jordania, Israel y los Territorios Palestinos- y Chipre en 2010.
En Líbano, país de poco más de cuatro millones de habitantes, donde los cristianos son el 53,18 % de la población la ley reconoce 18 confesiones religiosas: doce cristianas, cinco musulmanas y la judía.
Las cristianas están divididas entre las Iglesias maronita, greco melquita católica, armenia católica, siria católica, caldea y latina. También hay greco ortodoxos, sirio ortodoxos, armenios apostólicos, asirios de Oriente, protestantes y coptos.
Los musulmanes están divididos entre chií, suní, drusos, alauitas e ismailíes.
El papa partirá de Roma a primeras horas de mañana con destino a Beirut, donde será recibido por el presidente libanés, Michel Sleiman. Por la tarde en la basílica de San Pablo, en Harisa, firmará el documento final del Sínodo para Oriente Medio.
El sábado se reunirá de nuevo con Sleiman, con las máximas autoridades del país, cuerpo diplomático y el mundo de la cultura.
En esa jornada se reunirá con unos 20.000 jóvenes en la plaza del patriarcado maronita, en Bkerke.
El domingo oficiará una misa que se espera multitudinaria en el City Center Waterfront de Beirut, durante la cual entregará la exhortación postsinodal a los prelados, a la que se esperan asistan fieles de otros países.
Este es el vigésimo cuarto viaje de los realizados por el mundo por Benedicto XVI en sus siete años de pontificado.