Baja el consumo de tabaco en Argentina, pero sube el de marihuana

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De la trampa que forman el índice y el anular a la mínima presión que ejercen los labios. El fuego inicia la combustión y ahora hay que inhalar para que el humo ocupe la boca, baje por la garganta, hinche los pulmones. Luego el soplido para volver a empezar. Vamos a hablar de drogas, de dos sustancias que actúan sobre el estado de consciencia. La práctica de fumar tabaco y marihuana es la misma, lo que cambió, coinciden los especialistas, es la percepción social: fumar tabaco es nocivo para la salud y las campañas contra el cigarrillo contribuyeron a dejarlo claro; fumar marihuana también es perjudicial, pero el consumo se está naturalizando y parece tolerarse más. Victoria de Masi – Clarin.

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Sobre el tabaco, según el INDEC, en 2005 la cantidad de fumadores era de 33,3% mientras que el año pasado esa cantidad se redujo al 25,14%. La última Encuesta Nacional sobre Prevalencias de Consumo de Sustancias Psicoactivas, también del organismo oficial, señala que en 2011 un 10,66% de los consultados dijo haber fumado marihuana alguna vez; en 2008 esa cantidad era de 6,9%. Según el Observatorio de Drogas porteño, en 2007 un 16% de los chicos de secundaria dijo haber consumido marihuana alguna vez. Hoy esa cifra trepó al 24.5%.

Tabaco y marihuana son drogas psicoactivas que impactan en el sistema nervioso central. Pero los motivos por los cuales un consumo sube y otro baja van por caminos diferentes.

¿A qué se atribuye el descenso del consumo de tabaco? Responde Alejandro Collia, ministro de Salud de la Provincia: “A la apuesta que hizo el Estado con la ley antitabaco y campañas que promueven hábitos de vida saludables”. De acuerdo al registro del Ministerio de Salud de la Nación, 37.527 personas se comunicaron el año pasado al 0800-999-3040, la línea gratuita para dejar de fumar. En 2012 habían llamado 17 mil personas menos.

Sobre la marihuana, cuya tenencia sigue siendo ilegal en el país, las razones tienen que ver con un cambio de mirada hacia el usuario. “La marihuana está en todos los sectores sociales. Estamos frente a una tercera generación de consumidores, lo que implica que se haya naturalizado frente a hijos y nietos. También se registra que el consumo no produce tantos daños. No significa que la recomendemos, pero sí que distingamos que se pueden hacer usos placenteros y no nocivos”, apunta el sociólogo Alberto Calabrese, director de la carrera de Especialización en Prevención y Asistencia de la Universidad Nacional de Tucumán.

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La marihuana tiene particularidades que la distinguen de otras drogas. “Es depresora, estimulante y alucinógena. Puede provocar efecto de ebriedad, pero sin la resaca del alcohol. Para lograr el efecto no es necesario asociarla a otras drogas. No genera abstinencia ni resistencia cuando su uso es ocasional”, enumera Carlos Damin, jefe de Toxicología del Hospital Fernández y director de Fundartox, que aclara que el uso de cualquier droga perjudica la salud.

“La accesibilidad a la marihuana habla de la reducción en la percepción de riesgo. El 52% de los estudiantes secundarios encuestados contestó que conseguirla es fácil”, analiza Carolina Stanley, ministra de Desarrollo Social porteño, de acuerdo a un monitoreo de 2013.

La Ley de Drogas condena la tenencia de marihuana para uso personal con un mes a dos años de cárcel, o rehabilitación obligatoria. Basta una presunción de que el cultivo de cannabis es para la venta, para que la pena sea de 4 a 15 años. No se discutieron reformas en la norma aún pero los usuarios se animan a defender su hábito. Están los que la consumen desde hace años y se atreven a compartir experiencias en reuniones familiares. Hay enfermos que encontraron alivio en la sustancia y médicos que permiten su uso. Hay nuevos cultivadores que buscan información en los “grows”, locales donde se venden los productos para la siembra (no la semilla y la planta porque constituye un delito). Hay más divulgación y un país vecino, Uruguay, que regularizó el consumo.

Sebastián Basalo, director de la revista THC, que promueve el consumo, opina: “Se consigue más información sobre sus riesgos reales y usos medicinales. Y cada vez más usuarios pierden el miedo y se visivilizan: 140 mil personas lo demostraron en la última Marcha Mundial de la Marihuana. No sé si asistimos a un boom del consumo, pero sí hay más gente pidiendo el fin de la penalización, sin ocultar sus elecciones y dando la cara”.

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