La población de Clarines fue fundada el 7 de abril de 1.594, al norte del Estado Anzoátegui por Francisco de Vides. Actualmente es la capital del municipio Manuel Ezequiel Bruzual.
Su ubicación en la Carretera de La Costa es muy estratégica porque se encuentra en una especie de encrucijada puesto que la distancia con Boca de Uchire, aproximadamente a 45 kilómetros al oeste, la convierten en la puerta al oriente, a la vez que desde allí se accede al sur oeste, pasando por Guanape y Valle Guanape, y al estado Guárico cruzando por San José de Guaribe y Altagracia de Orituco, también se llega a Zaraza.
De la etapa colonial aún conserva varias casas y otras edificaciones entre las que destaca la Iglesia San Antonio de Padua, el Santo Patrón de la localidad cuyas fiestas se celebran el 13 de Junio.
Esta iglesia de estilo barroco fue construida en el siglo XVIII y en su interior se conservan algunas reliquias de la imaginería religiosa, con un inmenso valor tanto arquitectónico como artístico.
El también llamado Templo de Clarines, en 1.960 fue declarado Patrimonio Histórico Nacional sin embargo su conservación no ha estado acorde con tan destacado mérito por lo que desde hace mucho tiempo se observa un profundo deterioro y aunque años atrás se creó una fundación con el fin de velar por su restauración, el proceso aún no se ha realizado.
Sólo le hicieron trabajos de pintura en su fachada externa pero el desgaste interno continúa en las mismas condiciones, situación que nos aseveran los lugareños quienes festejan el día 13, asisten a la misa y otros actos religiosos y realizan con mucho entusiasmo sus fiestas patronales.
Otra ciudad venezolana que está de fiesta ese mismo día es El Tocuyo, en el estado Lara, donde se baila el Tamunangue o El Baile de los Negros de San Antonio, una danza folklórica donde se unen las 3 culturas que dieron origen a Venezuela, la indígena, la española y la africana. Allí se conjuga el teatro con el baile y la música para expresar las creaciones populares.
Al son del cántico, dos personas armadas con garrotes o machetes simulan una batalla, lo que le da comienzo a la representación. Luego interpretan la bella, la juruminga, el poco a poco, el yiyivamos, la perrendenga, el galerón y el seis figuriado los cuales componen los 7 sones de esta tradición. La Salve se canta al final, rezando para darle gracias al santo y pagarle las promesas.
Las guitarras de cuatro o cinco cuerdas, las maracas y un tambor especial de poco diámetro pero bastante largo que produce un sonido bastante grave, son los instrumentos esenciales que se interpretan en este son. Los tocuyanos festejan y el cocuy de penca se convierte en la bebida favorita de los habitantes de tan hermosa tierra.
A San Antonio de Padua se le reza por la salud, la prosperidad, por la recuperación de objetos y personas perdidas y lo más relevante, las solteronas lo hacen para que les ayude a encontrar el amor. Así que no desaproveche el momento y récele a San Antonio Bendito para que le consiga un novio bonito. Al menos eran las creencias de nuestros ancestros.
Por Gliceria Gil