Es cierto que los juegos pirotécnicos son muy vistosos pero, además de representar un gasto innecesario en el presupuesto del venezolano, ponen en peligro a las personas cercanas, a quienes los lanzan y al medio ambiente.
Sin embargo, hay una consecuencia de los fuegos artificiales que muchas veces pasamos por alto cuando planificamos estremecer el cielo con sus ensordecedores ruidos y brillantes colores. Se trata de nuestros amigos peludos, de esos leales compañeros que nos reciben con un alegre movimiento de cola o nos enternecen con un dulce ronroneo: nuestras mascotas.
Si tienes en casa un perro o gato al que consideras un miembro más de tu familia, probablemente te sientas identificado con la necesidad de crear conciencia sobre el PÁNICO que estos “cohetes” le generan; recuerda que eres responsable por su bienestar y que se trata de un ser vivo indefenso que confía en ti para que lo protejas del peligro.
Si no eres amante de los animales, igual te invitamos a seguir leyendo y tomar en cuenta las consecuencias de esta práctica, aunque sea por respeto a esos vecinos que sí tienen “perro que les ladre”.
Los animales domésticos no entienden el significado que tienen los ruidos de los cohetes. Para ellos la sensación es la misma que puede sentir un ser humano en medio de un fuerte tiroteo. El estrés al que son sometidos les genera dilatación pupilar, hipervigilancia, agresividad por miedo, taquipnea, taquicardia, inapetencia, vómitos y/o diarrea, temblores, sensación de falta de aire, actividad repetitiva, salivación, defecación, micción, vocalizaciones, destrucción de cosas, ocultamiento, escapes e incluso pérdida de peso o de pelo.
Recordemos que perros y gatos tienen un agudo sentido del oído. El ser humano percibe sonidos de hasta 20 mil ciclos por segundo, mientras que un perro capta hasta los 60 mil ciclos por segundo. Cualquiera se volvería loco teniendo esa capacidad y escuchando estruendosos sonidos que además disparan alarmas de vehículos y desencadenan llantos de bebés.
Decía Mahatma Gandhi que “un país, una civilización, se puede juzgar por la forma en que trata a sus animales”. Por favor seamos considerados y respetuosos. Solo alguien sin corazón puede mirar con indiferencia el sufrimiento de un animalito.