Hay muchos sectores en Caracas, y varias ciudades de Venezuela, marcados por un nuevo color negro en el piso. Es la ceniza de la quema de cauchos y basura que define el método más utilizado de protestas en estos momentos.
Hay varias avenidas en la capital donde prácticamente es imposible no toparse con las marcas cada cinco metros.
Pero a medida que uno se acerca a las zonas más carenciadas de la capital, los llamados barrios, las cenizas van desapareciendo. Y la vida cotidiana de barrio va apareciendo.
«¿Eh?», respondió con perplejidad un hombre cerca del sector Mamera, en el suroeste de la ciudad, cuando le pregunté por las protestas de más de una semana en Caracas, y muchas zonas del país.
Su respuesta monosílaba dejó claro su desinterés y marcó el fin de la entrevista. No hubo más palabras.
«Es que acá la gente no tiene mucho y tiene que resolver sus propios problemas diariamente», me explicó otro hombre de la zona.
En Venezuela las cosas no son tan simples al momento de adjudicar preferencias políticas. No todos los chavistas son de sectores pobres, ni todos los antichavistas son ricos.
Pero en los barrios de Caracas, como Mamera, Carapita, Antímano, la «decoración» cuenta con abundantes afiches del presidente Nicolás Maduro y del fallecido Hugo Chávez.
En estos sectores no han habido muchas protestas, bien sea porque existen otras prioridades (económicas, sobre todo) o porque hay un respaldo masivo al gobierno actual.
Aquellos que sí se ubican en la oposición a veces se exponen a problemas con sus vecinos al momento de divulgar su posición política en su sector.
«Acá ha estado todo tranquilo», aseguró Israel, un pensionado que vive en Caricuao, otra zona considerada como obrera.
«Yo lamento lo que está sucediendo, preferiría que todos se entendieran sin tanto conflicto» terció Leo «El Mago», un artesano en el Boulevard de Caricuao.
Perspectiva
En la última semana al menos 5 personas han fallecido en toda Venezuela y dos más se encuentran en delicado estado de salud, por incidentes violentos ocurridos durante las protestas antigubernamentales que se han efectuado en prácticamente todo el país.
Docenas de personas han resultado heridas, algunas de bala, y las autoridades han detenido a al menos 200 personas en este período de tiempo.
La actuación de la Guardia Nacional ha sido objeto de críticas por los heridos que habrían dejado a su paso, como también hay numerosas denuncias sobre grupos armados civiles, llamados «colectivos», que en moto llegan a las protestas y agreden, incluso con armas, a los manifestantes.
Es decir, hay una porción del país que está convulsionada. Pero también hay otra que ignora o no quiere saber lo que sucede. Y muchos que se ubican en este sector habitan en sectores populares.
«Como puedes ver, aquí los comercios están abiertos. Los niños están yendo a la escuela y la gente está tranquila», reveló Israel en la plaza principal de Caricuao.
«Ayer (miércoles) algunos estudiantes del liceo trancaron la avenida, pero la Guardia Nacional los dispersó rápidamente y se acabó todo».
Mery, comerciante informal en la misma zona, coincide: «Aquí no hubo disparos hasta tarde, ni problemas. Yo estoy vendiendo mis cosas como siempre».
Pocos restos
Muchas zonas del este de Caracas, en el lado completamente opuesto de Caricuao, muestran colegios cerrados, tranca de vías terrestres y protestas cotidianas.
En Antímano, tristemente célebre por su alta criminalidad, la vida parecía transcurrir con normalidad.
Decenas de niños salían de las escuelas a la plaza de la zona. Comercios permanecían abiertos y se registraba un bullicio de actividad.
También se veían las cada vez más comunes filas de personas afuera de supermercados privados o subsidiados por el gobierno (llamados Mercal), a la espera de poder comprar los escasos productos básicos como leche, pollo o hasta papel de baño.
Escenas similares que se repetían por zonas de Catia, el 23 de Enero, La Quebradita y otras, donde suele haber más apoyo político al oficialismo.
En general, poca evidencia de haber sido escenarios de amplias protestas nocturnas.
No es que no hayan sucedido, pero no parecían haber tenido la misma magnitud como las de la Plaza Altamira, el punto emblemático de concentración de la oposición.
Límites
Dentro del chavismo fuentes confirmaron que el gobierno sí registró la ocurrencia de protestas en zonas considerada consideradas bastiones electorales, como por ejemplo El Valle o en Petare (la favela más grande de América Latina).
«Pero son protestas minoritarias», señaló una de las fuentes dentro del gobierno a BBC Mundo.
No obstante, es algo que no puede ser verificado de manera independiente, y que contrastan con los numerosos reportes que se distribuyen en redes sociales sobre amplias y reiteradas manifestaciones en dichos lugares.
Jazmín vive en La Vega, un nombre que entre caraqueños inmediatamente es sinónimo de una peligrosa zona, de viviendas precarias que hicieron desaparecer el verde de las montañas de la ciudad.
Pero desde su posición privilegiada en la altura Jazmín pudo ver cómo en la avenida que marca la entrada a su zona, «hasta bien tarde el miércoles hubo varias trancas y luego tiros y perdigones cuando llegó la Guardia Nacional a desalojarlos (a los manifestantes)».
«Aquí normalmente hay cacerolazos, pero las últimas protestas que vimos fueron las más fuertes hasta ahora», asegura.
Dentro de los barrios populares no suelen producirse estas trancas de vías, llamadas «guarimbas».
Y es que según explican quienes las efectúan, el objetivo es apuntar a vías que sean neurálgicas para así generar más caos.
Pedro, quien pidió no ser identificado con su nombre completo, era parte de un grupo de estos manifestantes que cerca de La Vega preparaban una nueva tranca o «guarimba» al mediodía del jueves.
«Estamos esperando que llegue más gente a sumarse para trancar todo de nuevo», reveló.
Del otro lado de la calle, un par de policías vean los movimientos del grupo con cierto aire de indiferencia.
Pero una cosa es el día y otra la noche cuando las protestas radicales arrecia
[Fuente: BBC Mundo]