El milagro económico de Corea del Sur es una de las grandes historias de éxito del último siglo. Cuando la Guerra de Corea terminó en 1953, la nación, destruida por el conflicto, era más pobre que la mayoría de las naciones latinoamericanas. Hoy, por supuesto, es una de las potencias económicas más sofisticadas del mundo.
La experiencia del país ha llevado a muchos intentos por comprender qué fue lo que permitió ese crecimiento económico tan rápido. Para Jasper Kim, profesor de la Universidad Ewha en Seúl, Corea del Sur consiguió llegar hasta donde estaba al apostar por el único recurso que tenía en abundancia: su gente.
Corea del Sur se ha convertido en una de las sociedades más avanzadas tecnológicamente.
Tanto el gobierno como las familias se dieron cuenta del valor de la educación, e invirtieron en ello de modo extraordinario, le dice Kim al programa Business Daily de la BBC.
Y esa apuesta fue la que suministró los ingenieros y trabajadores industriales que necesita la base manufacturera de donde sale la riqueza del país.
de la pobreza a la abundancia en muy corto tiempo.
Esta es tal vez la parte menos polémica de las explicaciones que se han dado para examinar el milagro económico surcoreano.
Economistas y dirigentes de todas las corrientes políticas están de acuerdo en que el aumento del capital humano mediante una gran inversión en educación es uno de los secretos del éxito de la nación asiática.
Otras explicaciones son más complejas y suscitan mucha más crítica.
Entre las características de hacer negocios en Corea del Sur está la presencia fuerte de enormes grupos empresariales dominados por familias, conocidos como «chaebol».
Samsung es el más famoso de ellos. Venden desde lavadoras hasta teléfonos celulares, pasando por hoteles y empresas de seguros.
Llama la atención que el control en varios de estos grupos ha sido hereditario.
Samsung, por ejemplo, ha sido controlado por la familia Lee desde 1938.
Lee Kun Hee, de 72 años de edad, asumió el mando en reemplazo de su padre en 1987. Y el sucesor probable es Lee Jae Yong, de 46 años.
En muchos otros países del mundo, hacer que los lazos de sangre sean el factor para determinar quién dirige las industrias más importantes de la nación, despertaría acusaciones de nepotismo.
Pero en Corea del Sur estas industrias «hereditarias» han conseguido resultados tan importantes como competirle al gigante estadounidense Apple en el campo de la telefonía celular, argumenta el profesor Kim en declaraciones a la BBC.
Sin entender realmente por qué, los estudiosos reconocen que el balance de muchos de estos grupos empresariales dirigidos por herederos de sus fundadores han obtenido buenos resultados para sus dueños y en general han elevado el bienestar económico del país.
Las dudas
A lo largo de los años se han ventilado muchas otras explicaciones para lo que pasó en Corea del Sur.
En la década de los 90 un famoso informe publicado por el Banco Mundial, «Explicando el milagro económico del Este Asiático» insistía en que en realidad, una buena parte de la explicación estaba en seguir partes importantes del llamado recetario neoliberal: cosas como manejar el gasto público de manera prudente o evitar excesos de inflación.
Pero la explicación de que Seúl seguía el recetario de Washington no convencía a muchos.
Otros argumentaban que en el centro había una cuestión de cultura: en este caso, la asiática influida por Confucio y su énfasis en el orden, la devoción por el bienestar colectivo y el respeto por las jerarquías, ideas que en su momento eran presentadas como apropiadas para el desarrollo económico.
No obstante, muchas de esas teorías pasaron a segundo plano cuando el crecimiento económico asiático sufrió fuertes traspiés en los años finales del siglo XX, pese a que esos países eran poseedores de una cultura que supuestamente era la más apropiada para el éxito empresarial.
El papel de la política
Tal vez el más complejo de explicar de todos los factores es el del papel que jugaron las instituciones políticas, particularmente en los años en que comenzaba el despegue económico del país, en la década de 1960.
No falta quiénes aseguran que el carácter autoritario del gobierno surcoreano de la época tuvo que ver en ello.
El controversial Park Chung-Hee se tomó el poder en un golpe militar en 1961 y gobernó por 18 años.
Usó su poder para exigir que aquellos ricos a los que se veía como corruptos invirtieran en las industrias del país. «No se si funcionaría ahora», le dice a la BBC el académico Kim, «pero funcionó en aquella época».
A lo que muchos académicos responderían que en otros países de Asia y del resto del mundo hay infinidad de ejemplos de gobernantes autoritarios que no llevaron a sus países a la prosperidad económica.
Y que varios otros de los protagonistas del milagro asiático del último medio siglo, empezando por Japón, lo consiguieron bajo gobiernos democráticos.
La receta
El gobierno surcoreano consiguió exigir eficiencia de los grandes conglomerados privados.
Lo cierto es que generaciones de académicos han buscado entender cómo Corea del Sur y otras naciones asiáticas consiguieron lograr sistemas políticos menos permeados por la corrupción que los de otras regiones del mundo.
Estos sistemas políticos como el de Corea del Sur fueron muy efectivos en ofrecer ayuda y protección estatal a sectores claves de la economía, como la industria pesada, pero exigiendo al mismo tiempo resultados de eficiencia y de responsabilidad social a los empresarios privados que recibieron esos subsidios estatales, aseguran expertos como el australiano Robert Wade de la London School of Economics, en su célebre libro «Gobernando al mercado», considerado uno de los estudios definitivos sobre el tema.
La ausencia de un consenso definitivo sugiere que nadie sabe cuál es la receta exacta de Corea del Sur para haber triunfado en la economía.
Lo que hará, probablemente, que aumente aún más la fascinación por entender los secretos de esta economía que en el curso de un par de generaciones saltó del Tercer al Primer Mundo como muy pocos lo han logrado.
Fuente [Bbc.co.uk]