Gracias a la «Guerra económica» que supuestamente libra el gobierno, vemos al pueblo haciendo colas por todos lados y para todo. La población sabe que se trata de un show electoral y conoce bien a los responsables del caos. Este populismo ramplón no cambiará la opinión de esa mayoría que votó por Capriles y apuesta al cambio, aunque posiblemente genere un efecto positivo en el reducido segmento de los radicales. Algo efímero, por corto plazo. De hecho la gente hace colas porque sabe que todo se acabará e intuye que esto es “pan para hoy y hambre para mañana”. Además, la alegría de comprar un TV “barato” se desvanece cuando no consigues medicinas, leche, azúcar o papel tualé. Surge entonces una pregunta: Si es obvio que los efectos de estas “medidas” en el mediano y largo plazo serán devastadores para la economía y los problemas del país se agudizaran terriblemente ¿Por qué los cubanos que asesoran -o dirigen- a Maduro, adoptan este camino?
Una explicación nos remite a lo que pudiéramos denominar «la teoría de la ola». Para los cubanos -que tienen más de 50 años de crisis en crisis- lo importante es «surfear esta ola» y llegar a la orilla, sin pensar en la ola que viene atrás, “luego nos ocuparemos de ella”, dirán. O sea, el objetivo es el 8D y en este momento de dificultades, lo demás no importa. La otra explicación es mucho más perversa. Con estas medidas –dependiendo del resultado del 8D- Maduro pudiera lograr lo que Chávez no pudo: imponer un modelo comunista. En efecto, el difunto presidente adelantó expropiaciones, promovió invasiones y hostigó hasta la saciedad al sector privado de la economía, logrando el cierre de miles de empresas, alejando inversiones y destruyendo parcialmente al aparato productivo del país. Ahora, lo que queda puede ser arrasado por esta desquiciada política pues en semejantes condiciones no habrá empresario dispuesto a producir o vender algo. Estaremos dependiendo del Estado para comprar cualquier cosa. Las colas serán parte de la cotidianidad y para que lo poco alcance para todos, el gobierno benefactor terminará imponiendo solidariamente una «tarjeta de racionamiento». Con el monopolio de las importaciones, de la comercialización y su consecuente corrupción, el gobierno aspira implantar un férreo mecanismo de control social. Por fin llegaría el comunismo. Por fortuna, la solución está en sus manos pues este plan tendría alguna posibilidad solo si el gobierno gana el 8D y francamente, no parece posible. La cultura democrática de los venezolanos fue -y seguirá siendo- el muro de contención para cualquier pretensión hegemónica. Honestamente, la única cola que vale la pena hacer es para votar por un cambio!
@richcasanova / Richard Casanova