Las nuevas medidas de la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP), hacen más complejo el proceso de compra a través de sitios web en el extranjero y, en la mayoría de los casos, encarece los productos con tasas a la importación de hasta un 50% sobre el valor de los bienes.
Con el objetivo de frenar el gasto en el exterior, evitar la fuga de capital y reducir la merma de las reservas nacionales, este martes el gobierno publicó nuevas reglas por las cuales cualquier persona que compre artículos a través de sitios web internacionales como Amazon o eBay deberá ahora firmar una declaración legal y presentarla en una oficina de aduanas, donde tendrán que recogerse los paquetes.
Si el monto del producto es superior a US$25, el comprador deberá abonar una tasa del 50% del valor del bien adquirido.
Además, este miércoles se publicó una nueva restricción: sólo se podrán realizar dos compras al año en el exterior a través de estos servicios (se excluye pago por suscripciones en sitios como Netflix o Spotify). Quien desee comprar más productos tendrá que registrarse como importador ante la autoridad fiscal del país.
La medida tomó a muchos por sorpresa.
«El día anterior de que se anunciaran las restricciones había comprado una colección de Atlas del Cercano Oriente Antiguo que costaba unos US$100 en la página web de una librería en Israel», le cuenta a BBC Mundo la psicóloga argentina Flavia Soldano.
«Soy compradora habitual de libros, unos tres o cuatro al año por internet, porque los que busco no se encuentran en Argentina, son muy especializados o están en otro idioma ¡No creo que eso me convierta en una importadora que afecte al país!», asegura Soldano.
Boom del comercio electrónico
Según el gobierno, en realidad son las pequeñas adquisiciones las que, sumadas a las del resto de compradores, están provocando que poco a poco el dinero se vaya del país, en lo que se conoce como «importación hormiga».
El jefe de gabinete de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, Jorge Capitanich, aseguró que la AFIP tomó esta decisión para «garantizar que existan operaciones transparentes» y «defender la industria nacional». Es decir, que la «plata» se gaste en el país.
Según el gobierno, el 65% de las adquisiciones vía internet provienen de Hong Kong y China.
Y es que en los últimos meses se había hecho especialmente popular un sistema de compra a través de tiendas online chinas que no cobraban por envíos a domicilio si se compraban pequeñas cantidades de ropa de marca o de productos electrónicos, como computadoras, bienes generalmente más caros en Argentina que en otros países de la región.
Aunque los usuarios pagaban un 35% de impuesto por el uso de su tarjeta de crédito en una tienda extranjera -otra de las restricciones impuestas para frenar la salida de capital-, las ofertas seguían siendo muy atractivas para los compradores argentinos.
«En los últimos años, el crecimiento del comercio electrónico fue exponencial en el país. Según datos de 2012, sumó 16.700 millones de pesos (unos US$2.400 millones) y marcó un salto de 539% desde el 2007, con 1,5 millones de usuarios al año en todo el país», según informó la Cámara Argentina de Comercio Electrónico al portal de noticias Infobae.com.
¿Por qué las restricciones?
Para entender las razones de estas restricciones hay que poner la mirada en las reservas de divisas extranjeras que tiene el país y que son las que el gobierno utiliza para pagar sus deudas a los acreedores internacionales.
Las reservas en dólares y otras monedas fuertes descendieron el año pasado 30%, hasta llegar a los US$29.858 millones, niveles no vistos desde hace siete años y que despertaron las alarmas de los economistas críticos con la gestión del gobierno.
Aunque el ejecutivo asegura que se trata de un resultado natural del proceso de desendeudamiento que el país arrastra desde el colapso de la economía en 2001, las medidas adoptadas en los últimos años se han enfocado en evitar un descenso aún mayor de sus reservas y en fomentar el consumo interno.
Por ejemplo, restringiendo las compras en sitios extranjeros de internet. O limitando enormemente la compra de divisas para quienes desean viajar a otros países mientras se fomenta el turismo dentro de Argentina. O cobrando un impuesto del 35% a cada transacción hecha en el exterior con tarjetas de crédito (aunque esta cantidad puede reclamarse luego en la declaración anual de impuestos).
Buscando alternativas
Medidas que en la práctica han hecho que los argentinos y extranjeros residentes tengan que buscar todo tipo de alternativas para hacer cosas que unos años atrás resultaban tan fáciles como en otros países.
«No tengo la menor idea de cómo voy a hacer para comprar a partir de ahora. De hecho un amigo mío viaja a España esta noche y le he encargado que recoja unos libros para traérmelos. Uno tiene que andar molestando a otra persona por algo que tendría que ser sencillísimo», dice Flavia Soldano.
En las filas de la aduana de los aeropuertos de Buenos Aires son frecuentes los murmullos de viajeros argentinos que confían en no tener que mostrar su equipaje, conscientes de que traer productos comprados en el extranjero les puede ocasionar problemas con las autoridades fiscales.
Quienes adquieren bienes como un iPhone o un iPad suelen deshacerse del embalaje y etiquetas antes de llegar al país, cargando los dispositivos de fotografías, música o aplicaciones para simular que se trata de un producto usado.
Restricción a las divisas
David Montealegre, un colombiano que llegó a Argentina en 2008 para estudiar un doctorado en la capital, ha dejado de comprar productos por internet, pero lo tiene todavía más difícil para sortear otro tipo de restricciones.
Aunque vive legalmente en Buenos Aires, sus ingresos provienen de becas que son depositadas en cuentas extranjeras. Cada vez que Montealegre tiene que viajar a un congreso o encuentros académicos en el extranjero y necesita pagar sus gastos se choca contra la misma pared:
«Las autoridades ya no me permiten comprar dólares u otra moneda para viajar fuera porque no puedo demostrar ingresos en Argentina, hay un vacío legal para personas como yo, estudiantes con becas en otros países», le cuenta a BBC Mundo.
«Para mí es complicadísimo viajar. Tengo que encontrar a alguien a quien pedir prestados dólares fuera de Argentina. Y tengo que explicar a las instituciones extranjeras para las que trabajo que al dinero que me reembolsan por gastos de comidas, hoteles o boletos de avión le tienen que añadir un 35% por el recargo de la AFIP a las tarjetas de crédito», explica.
«Al principio no lo podían entender», dice. «Cada vez que tengo que mandar presupuestos a las instituciones en el exterior es un drama».
A pesar de todo, Montealegre cree que en el fondo, este tipo de limitaciones surtirán efecto.
«Las medidas del gobierno me parecen adecuadas en el sentido de que logran lo que se pretende: que haya más industria en el país, que lo que se compra y se produce sea de aquí y que se potencie el comercio nacional», dice.
Mientras, las restricciones a la compra de divisas hicieron que en Argentina surgiera además un mercado paralelo de compra y venta de dólares, un sistema ilegal de moneda conocido como «blue» por el cual los argentinos que desean viajar al extranjero pueden comprar dólares en oficinas clandestinas, pero a un precio mucho más caro que el tipo de cambio oficial (12 pesos por dólar frente a los 7 que pagarían legalmente).
Un mercado que el gobierno considera «marginal», pero que quizás es el ejemplo más claro de que, a cada nueva medida del gobierno, los argentinos le encuentran una forma de sortearla.
[Fuente: Ignacio de los Reyes – BBC]