Los últimos meses han sido muy intensos en el campo político. Con frecuencia he dicho en este espacio, en nuestro programa de radio y en un muy estrecho contacto personal con familiares y amigos, que nuestros esfuerzos cotidianos deben ser orientados con inteligencia racional y mucha inteligencia emocional.
Por ello, he insistido en que el tema político debe tener su espacio, el económico el suyo y el social también.
Ayer, como es lógico, unos amanecieron tristes y otros alegres. Los resultados de las elecciones municipales del pasado domingo sirvieron para ratificar algunas teorías políticas y plantear otras nuevas que más adelante compartiremos.
Vamos a esperar y a analizar lo que suceda en los próximos días para luego escribir sobre ello.
Una de ellas, es que una abstención a nivel nacional (hasta el domingo en la noche), de poco más de 45%, significa (si redondeamos los números), que casi dos tercios del país se disputan más allá del poder, la posibilidad de construir una nación para ellos y sus hijos de acuerdo a sus creencias ideológicas y valores, mientras que una tercera parte se mantiene silente, al margen de un esfuerzo que no le debería ser ajeno y permitiendo que otros decidan por ellos.
Sin embargo y, tállenlo sobre una roca para que el viento y el tiempo no lo borren, estos últimos son los primeros en quejarse por cualquier cosa.
Lo dije en mi artículo de la semana pasada, hay gente a la que puede no gustarle la política, puede incluso no entender la propuesta ideológica de los bandos en pugna, ¡pero caramba!, ¿cómo puede ser indiferente a su propia realidad y al futuro de sus hijos? ¿Cómo pudieron haber desaprovechado la oportunidad de expresarse y emitir su opinión en cuanto a la inseguridad, la basura y los huecos en las calles, entre otras cosas? Insisto con los abstencionistas, se han castigado a sí mismos una vez más.
Para ellos, es menester destacar una máxima de Luiggi Valdés: “Entre tantos tipos de personas que existen en el mundo destacan los que hacen que las cosas sucedan, los que ven cómo suceden las cosas y los que preguntan qué está sucediendo”.
Amigos, la vida sigue tanto para ganadores como para perdedores, incluso para los que no fueron a votar el domingo pasado.
Los ganadores deben administrar su victoria con humildad y los perdedores, aceptar la derrota con gallardía. Pero todos debemos seguir adelante, trabajando por nuestras convicciones claro, pero por sobre todo, trabajando juntos por Venezuela.
A los alcaldes y concejales electos les recordamos que lo prometido es deuda, que su compromiso es mayor y por tanto deben obrar con respeto, inclusión, sensibilidad, eficiencia y ética en el ejercicio de sus funciones. Es así como suena.
J.J Fermín / @jjferminjr