Navidades tristes es lo que nos ha traído Nicolás, Maduro…que nada tiene que ver con San Nicolás, Papá Noel o “Santa” como se suele llamar a ese personaje legendario, entrado en años pero de mirada fresca y bondadosa, repartidor de obsequios y alegría a los más pequeños. El Nicolás de aquí, ese que aún se sienta en Miraflores, pero que no sabemos donde nació, lo que nos ha traído es más escasez, más inflación, más inseguridad.
No recuerdo una Navidad venezolana tan oscura como la actual. Las luces de colores ya no adornan los balcones. Se acabaron los concursos de pesebres. Los pinos navideños escasos y carísimos…INCOMPRABLES pues. Poca variedad de juguetes y los que se encuentran tienen precios muy elevados. A estas alturas de las “fiestas decembrinas” no me he topado un solo niño o adolescente en patines…¿existen aún? ¿cuál es su precio? como verlos si los que habitamos esta cárcel en la se nos convirtió el país salimos y entramos apurados a nuestras casas por el temor de ser asaltados en cualquier calle, avenida o esquina. Se acabaron las gaitas, esas que todos los años nos ponían a pensar por la verdad expresada en sus letras, amén que nos alegraban con el retumbar de sus tambores y su cadencia musical.
Hacer hallacas se nos convirtió en una verdadera proeza y lo digo con conocimiento de causa. Siete mercados y auto mercados tuve que recorrer para conseguir los ingredientes necesarios y el precio…¡por las nubes! 160 Bs me costó cada una, sin contar la mano de obra que sabe usted, amigo lector, no tiene precio por lo laboriosa que es su preparación. 160 mil bolívares de los de antes una hallaca ¡Increíble! pero cierto.
No voy hablar del pernil, la ensalada de gallina y mucho menos de la torta negra o el dulce lechoza, estos dos últimos platos de nuestra mesa navideña tienen como principales ingredientes harina y azúcar y ya sabemos que tampoco hay. No cabe duda que la llamada revolución nos robó todo…hasta la Navidad.
De los estrenos…ni hablar, el salario no da para eso, quienes aún tienen un quince y último por supuesto. El típico aguinaldo a hijos, sobrinos y ahijados quedó para el recuerdo, porque cobres no hay.
Pero sin duda alguna que lo más grave, lo que jamás podremos perdonarles a quienes hoy detentan el poder es que en esta época de reencuentro familiar la mayoría no podrá visitar a sus seres queridos porque ¿cómo trasladarse de una ciudad a otra si ni trasporte hay? y si consigue pasaje ¿a que precio?
La ultima de Nicolás, el que ha consumado el desastre iniciado por su antecesor, es que se dedicará -el próximo año- a lo económico ¡Dios nos agarre confesados! Con tamaña promesa del incapaz lo que nos viene en 2015 es infinitamente peor a lo que estamos viviendo…hambre pareja.
El ambiente que se respira no es de Navidad…lo que se siente es otra cosa y todos intuimos lo que es.
Por Nitu Pérez Osuna
Publicado en LaPatilla.com