En los últimos quince años, más de un millón de venezolanos se han marchado del país petrolero. La deriva del chavismo, la crisis económica y una violencia sin fin están acelerando los planes de ciudadanos de clase media para emigrar al extranjero lo antes posible. La clase alta comenzó a marcharse hace años. Las cifras de la inseguridad son espeluznantes. Cada veinte minutos matan a una persona en Venezuela. El año 2013 terminó con 25.000 asesinatos, según el Observatorio Venezolano de Violencia.
El país se está quedando sin sus hijos, especialmente los jóvenes profesionales de clase media. Al menos 143.000 venezolanos, muchos de ellos universitarios, se marcharon del país entre 2005 y 2010 en busca de un futuro profesional y mayor seguridad en Estados Unidos o España, según un reciente informe de la Universidad Católica Andrés Bello de Caracas.
Heredero de una papelera
Un joven empresario —heredero de una pujante industria de papel y cartón, que pidió guardar el anonimato para evitar las represalias del Gobierno contra su familia— desea abandonar Venezuela por la creciente criminalidad, que coloca al país entre los cinco más violentos del mundo. Pero no se atreve de dar el paso por el profundo afecto que siente por su tierra natal.
Sus padres lo enviaron a estudiar a los mejores colegios de EE.UU. Al regresar a Caracas, como miembro de la tercera generación, tuvo que ponerse al frente de la moderna papelera familiar. Pero el Ejecutivo ya le ha puesto el ojo a la compañía y, si se descuida, también las manos por la vía de la confiscación a causa de la escasez de papel higiénico.
La amenaza de que le expropien la empresa es una espada de Damocles. Basta con negarle las divisas con las que importa la materia prima para obligarle a cerrar la fábrica. El empresario se debate entre la inseguridad jurídica y la inseguridad personal. Cuando no puede más, explica a ABC, viaja a EE.UU., descansa un tiempo en su casa y vuelve al trabajo en Caracas.
A la inseguridad y la crisis se suman los ataques reiterados del presidente bolivariano, Nicolás Maduro, contra la clase media-alta, a la que llama «burguesía pitiyanqui» y «oligarquía apátrida». Ya quedan pocos. Han sido reemplazados por la «boliburguesía» o por sus hijos, los «bolichicos», enriquecidos al amparo del chavismo.
El destino preferido de los emigrantes es España, Estados Unidos, Canadá, Colombia y Australia. Venezuela fue siempre un país receptor de inmigrantes. Ahora es al revés. En los últimos quince años se han producido varias oleadas de éxodo de venezolanos. De ola en ola, según se anclaba en el poder el difunto Hugo Chávez, se han marchado del país más de un millón de venezolanos.
La actriz cómica María Elena Heredia fue una de las primeras en marcharse, primero a Miami y luego a Los Angeles. Durante sus últimas vacaciones en Venezuela asistió al funeral de Miss Venezuela 2004, Mónica Spear, y de su marido, Thomas Berry, asesinados para robarles el pasado 6 de enero. Este asesinato ha reavivado los planes para emigrar de muchos venezolanos. «No quiero quedarme después de este horrible crimen. La violencia se ha recrudecido durante el mandato de Maduro. No tiene ninguna preparación para llevar las riendas del país», declara Heredia.
También la caraqueña Esmeralda Villamizar y su esposo emigraron a Australia hace seis meses. El matrimonio afirma que en Venezuela «ya no hay opciones para el crecimiento profesional».
A Galicia
Un caso parecido es el de Otto Berstein, ingeniero agrónomo de 42 años, y su esposa Gladymar, ingeniero de recursos naturales de 34 años. Tienen dos hijos de 8 y 4 años. A pesar de que ambos trabajan en Venezuela, están preparando los papeles para emigrar a Galicia a causa de la inseguridad. La familia Berstein se considera de la oposición: «No compartimos las políticas del Gobierno. Manipula la ignorancia de los pobres dándoles una beca para que les voten, pero no hacen nada por mejorar la sanidad y la educación. El futuro es incierto para nuestros hijos».
El consulado de España en Caracas es el más solicitado después del estadounidense. A diario atienden a entre 1.000 y 1.200 personas que van a regularizar sus papeles de la nacionalidad y a solicitar visados. La cola no deja de crecer tras el asesinato de Mónica Spear.
[Fuente: ABC]