Universitarios que se emborrachan son más felices que los que no lo hacen

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Es un hecho de sobra conocido. De jueves a domingo, como poco, los estudiantes abrazan el alcohol nada más salir del aula. Pero, ¿por qué se emborrachan tanto? Según un estudio presentado en el encuentro anual de la Asociación Americana de Sociología, podría ser porque, al menos en EE.UU, en la universidad las borracheras se asocian con un mayor estatus social, y los estudiantes que beben tienen una experiencia social más satisfactoria que los que no lo hacen.

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“El consumo excesivo de alcohol es un indicador simbólico de alto estatus en la universidad”, asegura Carolyn L. Hsu, profesora de sociología de la Universidad de Colgate y coautora del estudio. “Es lo que hacen los estudiantes más poderosos, sanos y felices del campus. Esto explica por qué se considera una actividad tan atractiva. Cuando los estudiantes de menor estatus se emborrachan, podrían estar tratando de alcanzar los beneficios y la satisfacción social de la que gozan los estudiantes pertenecientes a grupos de alto estatus. Y nuestros resultados parecen indicar que, en cierta medida, tienen éxito”.

Los estudiantes que son considerados más poderosos, socialmente hablando, beben más

Según el estudio, los estudiantes de grupos sociales con un supuesto mayor estatus (jóvenes ricos, hombres, blancos,  heterosexuales o pertenecientes a hermandades) tienen una experiencia social en la universidad más feliz que sus compañeros de grupos sociales de menor estatus (chicas, poco adinerados, no-blancos, homosexuales, o que no pertenecen a una hermandad). Ya sea debido a esto, o a causa de ello, los estudiantes de grupos de mayor estatus son más propensos a beber que sus compañeros de grupos sociales de menor estatus. En definitiva, tal como apunta Hsu, “los estudiantes que son considerados más poderosos, socialmente hablando, beben más. Es por esto que las borracherras han acabado asociándose con un mayor estatus, porque es a lo que se dedica la gente cool del campus”.

El estudio revela, además, que cuando los estudiantes de menor estatus participan en las borracheras, su satisfacción social es mayor que la de aquellos compañeros de estatus similar que no lo hacen, y más parecida a la de sus compañeros de estatus más alto. Hsu asegura que la bebida hace que se atenúen los efectos negativos de pertenecer a un grupo social de bajo estatus en la universidad. “En todos los grupos sociales”, explica la investigadora, “existe una fuerte asociación entre las borracheras y el grado de satisfacción social”.

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Un problema de los residentes en el campus

El estudio está basado en una encuesta realizada entre unos 1.600 estudiantes de una universidad de artes que residían en el propio campus. La socióloga señala , no obstante, “que las borracheras y la satisfacción social deben estar igual de asociadas en universidades con alto nivel de consumo de alcohol, gran presencia de hermandades y campus residenciales”. Algo quepodría ser extrapolable a España, en el entorno de los colegios mayores y residencias universitarias.

Los estudiantes están motivados a beber más de la cuenta para encajar en la comunidad

Se puede calificar como borrachera, según toda la literatura sobre consumo de alcohol, a la ingesta de al menos cuatro copas para las mujeres, cinco para los hombres, en una sola sesión. El estudio califica como “borrachos” a aquellos que tienen una experiencia de este tipo una vez cada 14 días, de media. La encuesta reveló que los “borrachos” bebían de media 13,7 copas por semana, mientras que aquellos que no llegaban a alcanzar esa etiqueta consumían 4,2 bebidas a la semana.

Según Hsu, los estudiantes están motivados a beber más de la cuenta para encajar en la comunidad. En la encuesta se ofrecía a los participantes comentar libremente su experiencia, y muchos estudiantes reconocieron que no les apetecía emborracharse, pero lo hacían porque sentían que era la única forma de diversión socialmente aceptable.

Los investigadores vieron también, con sorpresa, que los estudiantes no solían beber para aplacar sus penas. Por el contrario, los estudiantes con más estrés, ansiedad y que habían experimentado experiencias discriminatorias o abusos sexuales eran los menos predispuestos a emborracharse. “Son los chicos que aseguran que todo es fantástico los que más beben”, asegura Hsu.

Efectos positivos a nivel social, nefastos a nivel sanitario         

Tras analizar todos los datos, los investigadores llegaron a la conclusión de que los estudiantes ven las borracheras como una forma lógica de adaptarse, sobrevivir y encontrar la mejor forma de pasar sus años universitarios. “Parece que los estudiantes de bajos estratos sociales usan las borracheras como un vehículo para ascender socialmente así como para lidiar con un entorno social que, de otra forma, sería hostil”.

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En cualquier caso, según los autores del estudio, aunque las borrecheras puedan tener efectos sociales positivos, los estudiantes no están exentos de padecer las consecuencias negativas, personales y físicas, asociadas con el consumo excesivo de alcohol. “No se trata de que las borracheras sean la solución a estos complejos problemas sociales”, explica Hsu. “Nuestra intención es que las autoridades sanitarias y universitarias tengan en cuenta las importantes motivaciones sociales que llevan a los estudiantes a beber antes de trazar sus programas de prevención”.

[Fuente]

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