Es evidente que la oposición ha decidido tomar el atajo de la conspiración. Voceros importantes del gobierno e internacionalistas políticos, se han unido a la denuncia contra los planes desestabilizadores.
El nuevo zarpazo político de la derecha se prepara bajo un clima de incertidumbre mundial, por la situación que experimenta el complejo militar en los EEUU, con la resistencia de las fuerzas leales al gobierno de Siria.
A lo interno del país Hugo Chávez, ha consolidado una fuerte base de apoyo social en los estratos más bajos de la sociedad, y mantiene un porcentaje de aproximadamente 40% de votos duros, según la encuestadora GIS XXI.
Sin embargo más allá de algunos colectivos con capacidad para movilizarse, el principal partido de la revolución, no ha podido concretar una organización vinculada al pueblo, con poder de desplazamiento y convocatoria suficiente para enfrentarse a una conspiración internacional con elementos armados.
La dirigencia revolucionaria tendrá que responder, por su corta visión y la manifiesta incapacidad demostrada para estructurarla. El partido en movimiento fue un lema político que se utilizó mientras era aceptado por una militancia esperanzada.
El pragmatismo de la real politik, que algunas veces se convierte en una vulgar rebatiña por el control de espacios de poder, se impuso por encima de las órdenes del comandante de construir una organización para después de las elecciones.
La oposición comenzó un proceso de deslegitimación del árbitro electoral, llegando a desconocer normativas establecidas, es indudable que el plan B está en marcha, y lo van a ejecutar dependiendo no solo de la cantidad de votos que saque Chávez, los opositores van a jugársela en base a su poder de convocatoria.
Los ideólogos de la derecha saben que el partido de gobierno, no está capacitado para una reacción rápida. Es probable que el plan desestabilizador comience antes del 7 de octubre, con el retiro oficial del candidato, argumentando parcialización del CNE.
La captura de un posible mercenario en el Táchira, con mapas y coordenadas, las reuniones de Capriles con el malévolo Uribe, y las visitas de Leon Panneta, a Colombia, muestran la intención de recrear un escenario similar al que se le intentó en Rusia, después de las elecciones.
Es conocida la participación activa de la organización Bandera Roja, – apoyada por el narcotráfico-, están trasladando militantes y concentrándolos en los barrios humildes, para fomentar desordenes.
Una organización que mentalmente no esté preparada para enfrentar el clima de guerra, va a sucumbir presa del pánico, y el horror, las masas desorganizadas pueden ser desmoralizadas y derrotadas con facilidad. Los puesto de dirección no son para disfrutar la “dolce vita” del poder, estar en un cargo requiere además de inteligencia y conocimiento, compromiso y muchos cojones.
Por Luis Figuera